Punto de Fisión

Manipulando el tiempo

Dicen que una de las características del genio es su capacidad para cuestionarse cosas que a nadie se le habían ocurrido antes. Por ejemplo, Newton tuvo la primera idea de lo que iba a ser la Ley de la Gravitación Universal un día que le cayó una manzana en la cabeza. Según la biografía de su amigo William Stukeley, se le ocurrió preguntarse por qué la manzana siempre cae perpendicular al suelo, una leyenda que muchos especialistas han puesto en duda, considerando la manzana un simple pegote con el que Newton adornó una intuición feliz, conectándola con la fruta prohibida del Edén. De un modo similar, el diputado tránsfuga Pablo Cambronero preguntó el otro día en una sesión parlamentaria si el Gobierno estaría manipulando el tiempo a través del rociado aéreo con productos químicos. Se ignora si momentos antes de soltar esta genialidad, a Cambronero le había caído una manzana o una patata en la cabeza.

La mofa fue inmediata y generalizada, puesto que atribuir un supuesto poder de control climático a las estelas que los aviones dejan en el firmamento (los llamados chemtrails) es una tontería de amplia difusión en los foros conspiranoicos. Sin embargo, el interrogante de Cambronero era de doble filo, ya que no sólo preguntaba por el origen artificial de esta sequía terrible que asola el territorio peninsular desde hace meses, sino más bien por su propósito, como si el Gobierno tuviera un plan secreto para transformar España en una sucursal del Sahara. ¿A qué puede obedecer dicho plan salvo a la sumisión de Sánchez a la política marroquí, a su predisposición a devolver Al Andalus a Mohamed VI con las fronteras del Califato de Córdoba?

No es la primera vez que acusan al presidente español de ser un simple títere a las órdenes de Rabat, lo cual explicaría no sólo el abandono del pueblo saharaui a su suerte y la última masacre en la valla de Melilla sino también ese empeño por desertizar la geografía hispánica extendiendo la provincia de Almería hasta el valle del Ebro. Al menos, la equiparación de Sánchez con el conde don Julián y el obispo Oppas -magnos traidores del reino visigodo y principales artífices de la caída de la península en manos musulmanas- daría un sentido a su lamentable bajada de pantalones frente a Marruecos y a su nula política climática. Por algo este gobierno bolivariano y filoetarra no ha sido capaz de organizar procesiones ni rogativas para acabar con la sequía, tampoco una danza de la lluvia, ni siquiera ha propuesto un impuesto al sol, como hizo aquel visionario, el ministro José Manuel Soria.

Tal vez el interrogante de Cambronero iba todavía más lejos en su concepción maquiavélica de la manipulación temporal y lo que cuestionaba en realidad es si el trazado químico de los aviones no nos estarán devolviendo a la Baja Edad Media. Su pregunta, sin ir más lejos, es digna del siglo XII, como muchas otras de sus iniciativas o como su apoyo a la moción de censura de Vox presidida por Ramón Tamames. Después de todo, también cabe preguntarse si Cambronero, sencillamente, no estaba haciendo el ridículo, al igual que aquel alumno de Feynman que un día le comentó a su maestro que pensaba investigar una controvertida teoría de óptica cuántica. Feynman sopesó el problema unos minutos y le respondió que le parecía una gilipollez. "Pero la teoría ha estado ahí durante quince años" replicó el alumno. "Bien" sentenció Feynman, "no sólo es una gilipollez, sino una gilipollez vieja".

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