Punto de Fisión

No pongas tus sucias manos sobre Lorca

No pongas tus sucias manos sobre Lorca
AFP / Europa Press

Para defender las corridas de toros, Almeida fue el otro día y cortó una loncha de Lorca, una frase donde el poeta aseguraba que los toros son "la fiesta más culta que hay en el mundo". Para redondear la faena, Almeida añadió de su propia cosecha un adverbio temporal, "hoy", con lo que se llevó la frase más de un siglo atrás, al momento en que Lorca la soltó, cuando el mundo del toro y el de la literatura iban por raíles paralelos, hasta el punto de que Alberti, Hernández y el propio Lorca escribieron algunos de sus mejores poemarios bajo el signo de la tauromaquia al tiempo que algunos toreros, como el malogrado Sánchez Mejías, acudían también a las tertulias literarias.

Ciento y pico años después, la situación ha cambiado bastante: salvo honrosas excepciones, los toreros no suelen codearse con poetas y escritores, mientras que las corridas de toros ya no atraen a grandes de la literatura como Lorca o Hemingway. Para que se hagan una idea de la caída en picado de la fiesta nacional, en lugar del Llanto por Ignacio Sánchez Mejías o los sonetos de El rayo que no cesa, ahora los toros tienen que conformarse con las rimas de José Manuel Soto y los ripios de Joaquín Sabina. Por si fuera poco, en esos ciento y pico años han pasado muchas cosas, entre ellas, la irrupción del ecologismo y del vegetarianismo, la toma de conciencia de que el sufrimiento de los animales en ningún caso es una opción estética.

Es difícil imaginarse qué habría pensado y escrito Lorca de los toros a los ochenta años, más que nada porque lo mataron con treinta y ocho en un barranco de Víznar. "Le metí dos tiros en el culo por maricón", dijo tiempo después uno de sus asesinos, una declaración que resume el franquismo en nueve palabras. Es una porción distinta de García Lorca, una que ya no les gusta tanto citar a los Almeida de turno, básicamente porque pertenecen a un partido que, en primer lugar, es heredero directo del franquismo, y, en segundo lugar, porque han manifestado en numerosas ocasiones que la homosexualidad es un trastorno mental, una cosa de peras y manzanas, salvo en el caso de Javier Maroto, que debe de ser más bien una chirimoya.

Lo cierto es que la frase de Lorca sobre los toros es una auténtica estupidez en 2024 y en 1924, la dijera Lorca o la dijera Einstein. Sucede que a menudo un genio dice tonterías o se comporta como un botarate, ya sea uno de los mayores poetas del pasado siglo o el científico que cambió el rumbo de la Física. Lorca, por ejemplo, sacaba al señorito andaluz que llevaba dentro en cuanto Miguel Hernández aparecía por la puerta, mientras que el padre de la Teoría General de la Relatividad no sólo era un machista de tomo y lomo, sino que escribió a su esposa, Mileva Maric, una carta de reconciliación que da un asco absoluto.


A los genios, lo mismo que a las personas de andar por casa, hay que cogerlos en porciones, cortarlos en lonchas, lo mismo que al jamón, y desdeñar el hueso: sus opiniones sobre las mujeres o su indiferencia hacia el dolor de los animales. Lo que resulta intolerable es que, a estas alturas, alguien de la calaña de Almeida utilice a un gran poeta en interés propio, cuando sabemos de sobra el respeto que le merece la poesía a un tipo que borró unos versos de Miguel Hernández del cementerio de La Almudena. Dan ganas de decir, parafraseando a Manuel Vicent: "No pongas tus sucias manos sobre Lorca". Más sucias aun cuando, gracias a la desmemoria histórica, seguimos sin saber dónde están los restos mortales del poeta. Suponemos que Almeida también tendrá sus cosas buenas, pero ahora mismo no se me ocurre ninguna, aparte de las gafas.

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