De lunes

La Torre de la arrogancia

La impotencia es la reina entre los economistas. El fracaso de las políticas de reducción de déficit y recortes hasta la asfixia, impuestas por la UE a los países en peor situación –de momento, Grecia es el mayor ejemplo- y el revolcón que los mercados dieron a la Administración americana, a través del castigo infligido a la Operación Twist (cambio de deuda a corto plazo por deuda a largo) de la FED, lanzada para estimular la demanda y revitalizar el crédito, vuelve a dejar desconcertados a los teóricos de la economía. "Toda la vida estudiando para esto" se confiesan los más honestos, que no tienen respuestas –ni claras ni oscuras- para sus alumnos.

Si se pregunta a economistas nacionales de perfiles ideológicamente tan dispares y mediáticos como Emilio Ontiveros o Carlos Rodríguez Braun, estos no esconden su desolación por la falta de respuestas. No solo por parte de la clase política, sino también por los que aparentemente saben de economía, que tampoco han estado a la altura de las circunstancias.

Dos profesores de universidad, economistas ellos, Antón Costas y Xose Carlos Arias, han denominado a la actitud previa y durante la crisis de muchos de sus colegas –los que exhalaban seguridad en sí mismos- " La torre de la arrogancia". Como no todos son iguales, hay algunos indicios de autocrítica por parte de la profesión, pero hasta que ésta no llegue a su médula costará creer que han entendido lo que ocurre. Y sin entender lo que ocurre difícilmente se pueden buscar –con humildad- los medios para remediarlo.

A un gran número de ellos quizá les convendría bajar de la torre y patearse más la calle, la realidad.

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