De lunes

Azaña y Suárez ¿consuelo de ZP?

Manuel Azaña, presidente de la II República, y Adolfo Suárez, primer presidente del Gobierno de la democracia, llegarán mañana juntos al Congreso de los Diputados. Sus retratos circulares (tondos ovato se denominan) colgarán junto a otros presidentes en las paredes de la Cámara. Lo anunció José Bono, que quiere cerrar su paso por la casa con broche de oro.

Más allá del afán de cada cuál por hacer historia, la ausencia de Azaña y Suárez del Parlamento no deja de ser un dato del desagradecimiento al que somos tan aficionados. Que don Manuel fue el parlamentario más brillante del Siglo XX lo reconocía hasta el expresidente Aznar, quien allá por los 90 no dudó en declarar su "profunda vocación azañista" o en enseñar la bandera republicana que envolvió el féretro del autor de La Velada de Benicarló, a intelectuales que frecuentaron los primeros tiempos aznaristas en La Moncloa, tras 1996.

Adolfo Suárez ha sido el presidente más vilipendiado, odiado y traicionado por los suyos en la historia de esta joven democracia. Lamentablemente, una enfermedad cruel no le ha permitido percibir del todo como pasaba de villano a héroe. El reconocimiento en forma de retrato les llega cuando el republicano lleva más de 60 años muerto y Suárez, una década ausente de la realidad. Sí, está el socorrido nunca es tarde si la dicha es buena.

Cuando mañana el presidente Zapatero vea colgar ambos cuadros donde hace tiempo que debían de haber estado quizá sienta algún consuelo. La cuestión es cuanto durará su travesía del desierto -¿décadas o medio siglo?- hasta que reconozcan que no ha sido "el peor" presidente de la democracia. O a lo mejor está vacunado.

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