Desde lejos

Rebeldía

Qué pena despedir así el año, con esta sensación de malestar e incertidumbre. Ha sido penoso ver cómo a lo largo de estos meses tristes la crisis y el paro iban mordiendo cada vez a más gente. ¿Quién no tiene familiares o amigos que se han quedado en la calle y han perdido las perspectivas de futuro? ¿Quién no conoce a alguien que debe enfrentarse cada mañana a la pesadilla de saber que no tiene nada que hacer o, aún peor, que no puede hacer nada, mientras se le acumulan las facturas y las deudas? ¿Quién puede desentenderse de todos esos jóvenes frente a los que se ha levantado un muro de desánimo?
Pero lo más desolador ha sido ver cómo un Gobierno supuestamente de izquierdas se entregaba con armas y bagajes en manos de misteriosas presiones venidas de no se sabe dónde, y traicionaba a los más débiles, dejándolos abandonados. Se han tomado tantas decisiones que significan un paso atrás en el tiempo, hacia un mundo claramente peor, que una acaba pensando que esta crisis está siendo un magnífico pretexto para desmantelar el Estado del

bienestar construido sobre la sangre y la libertad de muchos.
Y, entretanto, aquí seguimos todos, callados, muertos de miedo, asustados ante la idea de no poder pagar la hipoteca el mes que viene. Atrapados en una tela de araña que nos ha ido enredando poco a poco como a hormiguitas y que ahora amenaza con arrastrarnos hacia un agujero negro sin que seamos capaces de luchar. Sólo puedo desear que en 2011 gritemos, protestemos, hagamos saber a tantos indeseables que no estamos dispuestos a dejarnos asfixiar sin resistir. Feliz y rebelde Año Nuevo.

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