Desde lejos

Amar la cultura

Por los iPad españoles circulan versiones pirateadas de los libros más vendidos, que sus acomodados propietarios se pasan para demostrar que cumplen con uno de los axiomas de la modernidad: cultura gratis, que la pasta es mejor gastársela en ropa de diseño. ¿A quién le importan los derechos de los creadores (escritores, músicos, cineastas, fotógrafos...)? ¿Acaso no lo son por mero amor al arte...? ¿Encima quieren ganar dinero...?

Comprendo que quien no tiene nada robe comida, aun siendo consciente de que está robando. Si yo no tuviera nada, supongo que robaría igualmente cultura. Lo triste no es que lo hagan esos, sino también los pudientes. Y que ni los unos ni los otros piensen que están robando. Y que tantos políticos cobardes se muestren indiferentes hacia los derechos de propiedad intelectual: por lo que se ve, estamos dispuestos a pagar por todo, menos por el talento y el trabajo creativo.

No lo entiendo. El reconocimiento de los derechos de autor, a finales del XIX, fue el resultado de una lucha de siglos de artistas de todos los campos, hartos de vivir como servidores de los grandes señores. Ahora parece que estamos volviendo atrás. ¿Acabaremos como el gran Haydn cuando se paseaba con la librea de criado del príncipe de Esterházy...? Por mucho que se opongan los internautas (por cierto, ¿qué internautas?) y quienes se están forrando a nuestra costa en las páginas de descargas ilegales, si no queremos que se terminen la música, la literatura y el cine, esto habrá que regularlo. Y los que afirman amar la cultura y la libertad de expresión, deberían ser los primeros en apoyar una ley antipiratería.

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