Dominio público

La violencia contra la mujer

Benita Ferrero-Waldner

dominio-09-30.jpgTarja Halonen
Ellen Johnson-Sirleaf
Margot Wallström
Benita Ferrero-Waldner

Durante décadas, los intentos por vincular la violencia contra las mujeres a cuestiones de seguridad se solían rechazar con una sonrisa en la mayoría de los círculos diplomáticos. Por suerte, las cosas han cambiado. Hoy en día no se puede hablar de seguridad dejando al margen el análisis de los derechos de la mujer sobre el terreno. Este cambio fundamental se ha logrado gracias a las Naciones Unidas. En su resolución 1325, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas reconoce el vínculo entre la violencia contra las mujeres en los conflictos armados y el papel de la mujer en la instauración de la paz, mientras que la resolución 1820 establece formalmente que la violencia contra las mujeres puede constituir una amenaza contra la paz y la seguridad internacionales. Sin embargo, queda mucho por hacer. Hasta ahora no hemos conseguido traducir todo ello en un avance suficiente sobre el terreno. En los más de diez años de conflicto en la República Democrática del Congo más de 200.000 mujeres y niños han sido violados. Se calcula que entre 20.000 y 50.000 mujeres sufrieron una violación durante la guerra de Bosnia en la década de los noventa. La violencia sexual se ha convertido en una plaga que afecta a toda la humanidad, independientemente del género. Todos estos hechos apuntan en la misma dirección: se ha trabajado mucho para poner en marcha las resoluciones 1325 y 1820, pero es el momento de lograr un verdadero avance. Nos enfrentamos aún a múltiples deficiencias, como son la falta de justicia y coordinación, y de un mecanismo que garantice la imputación de responsabilidades y la compensación de las víctimas.

Instamos a los miembros del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas a que en la reunión de hoy, en la que deliberan sobre la violencia contra las mujeres, mejoren la situación actual. La resolución 1820 del Consejo de Seguridad sobre la Violencia Sexual en los Conflictos ya ha servido de trampolín a la protección; la resolución 1325 del Consejo de Seguridad ha sentado las bases de la asunción de responsabilidades y la participación; y la resolución 1612 del Consejo de Seguridad sobre los niños en los conflictos armados ha proporcionado todos los precedentes logísticos. Ahora es el momento de avanzar con la ayuda de estas resoluciones complementarias. También es hora de que el Consejo de Seguridad establezca una comisión de alto nivel sobre la mujer, la paz y la seguridad encargada del seguimiento y el proceso de elaboración de informes.
Además, ha de establecerse la figura de un representante especial del secretario general de las Naciones Unidas con un mandato global sobre la violencia contra las mujeres y la participación de la mujer en la instauración de la paz.

Estos nuevos mecanismos deben complementar las actividades de la arquitectura de género de las Naciones Unidas, esperemos que pronto reformada, y que aborden cuestiones cruciales, tales como: Mejorar la aplicación de las resoluciones 1325 y 1820 a nivel nacional. Hasta ahora, sólo unos pocos estados miembros de las Naciones Unidas han elaborado planes de acción nacionales sobre la mujer, la paz y la seguridad. Velar por la participación de las mujeres como mediadoras en las negociaciones. Con frecuencia, el punto de vista femenino sobre las víctimas está ausente de la mesa. Por ejemplo, dado que el porcentaje de mujeres en las operaciones de mantenimiento de la paz es de sólo entre un 10% a un 16%, su aportación personal, simplemente, no se tiene en cuenta. Hacer presión sobre los sistemas judiciales en los que la impunidad es la norma, con el fin de conceder a las mujeres la tranquilidad y la confianza de que pueden solucionar sus problemas. Establecer un observatorio para señalar y avergonzar a aquellos gobiernos y organizaciones que no protejan a sus ciudadanos y se nieguen a conseguir el bienestar de sus mujeres. Establecer las necesidades concretas de asistencia a las víctimas y la procedencia posible y obligada de la misma. Crear unidades policiales de protección a las mujeres e inclusión de mujeres policía en las fuerzas de seguridad. Prohibir como arma de guerra la violación sistemática en conflictos armados.

Tras diez años de espera, es el momento de tomar conciencia de que las mujeres no son el problema, sino la solución. En octubre de 2010, la comunidad internacional celebrará el décimo aniversario de la resolución 1325 de la ONU. El año pasado, a sugerencia nuestra, el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-Moon, aceptó celebrar una conferencia de revisión ministerial de dicho organismo sobre esta resolución para señalar la ocasión. Es hora de intensificar los esfuerzos para proteger mejor a las mujeres en situaciones de conflicto y garantizar su participación en la instauración de la paz. Ya es hora de armonizar las actuaciones y establecer un paquete único de objetivos en una comisión unida de alto nivel. Trabajaremos intensamente para preparar este aniversario e instamos a las Naciones Unidas y a todos los países del mundo a situar el tema de la mujer, la paz y la seguridad en el centro de sus actividades.

Tarja Halonen es Presidenta de la República de Finlandia
Ellen Johnson-Sirleaf es Presidenta de Liberia
Margot Wallström es Vicepresidenta de la Comisión Europea
Benita Ferrero-Waldner es Comisaria de la Unión Europea

Ilustración de Mikel Casal


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