Dominio público

Las promesas están para cumplirlas

Marina Navarro

MARINA NAVARROLas promesas están para cumplirlas

Desde hoy y hasta el miércoles, más de 140 jefes de Estado y de Gobierno asisten a la Cumbre sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio que Naciones Unidas organiza en Nueva York en el marco de la Asamblea General. De este encuentro se espera que salga un plan de reactivación que ayude a impulsar la lucha contra la pobreza extrema en los próximos cinco años.
Los preparativos de esta importante cita coincidían con la publicación, la pasada semana, de una nueva encuesta del Eurobarómetro: nueve de cada diez europeos considera muy importante la ayuda al desarrollo y está a favor de mantenerla o ampliarla. Para la ciudadanía europea, a pesar de la crisis, la solidaridad no está en recesión y los líderes que hoy se dan cita en Nueva York deberían considerar estos datos como un claro mandato para seguir firme y decididamente trabajando para alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Mileno (ODM).
También el secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, ha manifestado que "las promesas se hacen para cumplirlas" con la intención de remarcar que esta cumbre debe rescatar el espíritu y entusiasmo del año 2000 –cuando se acordaron los ODM– y fijar medidas concretas para dar el impulso necesario para estas metas en los próximos cinco años.
Con un horizonte fijado en 2015, los Objetivos de Desarrollo del Milenio buscan reducir la pobreza y el hambre, garantizar la educación primaria universal, la igualdad de género, evitar las muertes de madres y niños, hacer frente a enfermedades como el
sida o la malaria, mejorar el medio ambiente y fomentar una alianza mundial por el desarrollo. Pero, a menos de cinco años de esta fecha límite, los avances logrados se ven amenazados por una crisis económica sin precedentes, menos oportunidades comerciales para los países en desarrollo y reducciones de la ayuda de los países donantes. Se calcula que, desde 2009, hay 100 millones de personas más viviendo en la pobreza extrema en el mundo, mientras que desde 1990 a 2005 se había conseguido disminuir esta cifra en 400 millones. Además, los efectos del cambio climático son cada vez más evidentes y pueden tener un impacto devastador –tanto en países ricos como pobres–.
La actual crisis no puede ser una excusa para no responder ante la urgencia de fomentar un desarrollo sostenible y reducir la pobreza. Resulta inadmisible la lentitud con la que se ha logrado mejorar la vida de los sectores de la población más pobres y vulnerables, y el efecto que la crisis económica, climática y alimentaria ha tenido en sus vidas.

Los ODM han demostrado ser una herramienta eficaz para mejorar las vidas de las personas y existen ejemplos concretos de países que han conseguido avanzar significativamente en su consecución. Son precisamente estas buenas prácticas en las que se deben inspirar los debates y medidas que salgan de esta cumbre. Países como Malawi, por ejemplo, que en cinco años ha logrado pasar de una situación de hambruna a cosechas excedentarias gracias a unas instituciones gubernamentales eficaces, al apoyo de las organizaciones internacionales y a una renovación tecnológica. O como Burundi, Ghana, Mozambique y Tanzania, que han conseguido alcanzar la educación primaria universal tras eliminar los derechos de matrícula en los distritos más desfavorecidos con los recursos adicionales derivados de la cancelación de su deuda externa. Pasando también por Eritrea, que pudo iniciar un intenso programa de salud encaminado a reducir la mortalidad infantil en el país gracias a los recursos y al apoyo proporcionado por los países ricos y organizaciones de las Naciones Unidas. En tres años, de 1999 a 2002, el número de niños vacunados en el país aumentó de un 9,6% a un 76%.
Todos estos ejemplos demuestran que cuando la comunidad internacional apoya las políticas de desarrollo puestas en marcha por los países pobres, cuando existe voluntad política, el éxito es posible. Por ello, esta cumbre es de vital importancia.
El rol de los países desarrollados, incluido el de España y el de la Unión Europea, como primer donante mundial, es determinante en esta semana. Cabe recordar que existen compromisos ya contraídos para aumentar la cantidad y la eficacia de la ayuda al desarrollo y para mejorar el acceso a los mercados para las exportaciones de los países pobres. Según Naciones Unidas, sólo con el 1% de los recursos aportados para el rescate de las entidades financieras en 2009 podría erradicarse el hambre en el mundo. Pero sólo Dinamarca, Luxemburgo, Noruega, los Países Bajos y Suecia han alcanzado o superado el objetivo del 0,7% y hasta ahora, la ayuda para los países más pobres está muy por debajo de la meta fijada para 2010.
No es pues posible defraudar a los miles de millones de personas que esperan que la comunidad internacional cumpla con su promesa de acabar con la pobreza extrema antes de 2015. Alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio es factible si existe la voluntad política y se movilizan los recursos necesarios para ello. Confiamos en que se haga realidad.

* La Campaña del Milenio de Naciones Unidas es una entidad impulsora de la iniciativa ¡Haz ruido por los Objetivos de Desarrollo del Milenio!, apoyada por todas las organizaciones vinculadas a la ONU en España: ACNUR, ART-PNUD, FAO, OIT, OMT, Oficina de Naciones Unidas para la Década del Agua, UNICEF España, UNIFEM España (parte de ONU Mujeres), UNRIC y UNRWA

Marina Navarro es coordinadora en España de la Campaña del Milenio de Naciones Unidas

Ilustración de Javier Jaén

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