Dominio público

Nota urgente bajo el cielo de Tindouf

Gloria Elizo

Diputada de Podemos y actual vicepresidenta tercera del Congreso de los Diputados

Nota urgente bajo el cielo de Tindouf
Gloria Elizo con Agmed Lamham, uno de los responsables del campamento de refugiados de Bujador

Bajo el cielo de Tindouf el infinito no es un concepto abstracto. La Historia sí. La Historia con sus miserias, con sus gobernantes, sus imperios y sus cálculos decimales no puede competir con la limpieza del cielo y su infinito vibrante.

En cambio, en medio de la nada, expulsada, amenazada, golpeada, doliente, la vida humana permanece repleta de calderos y mujeres, de pisadas de niños, de telas y canciones resonando valientes: ¡Los pueblos permanecen!

Masacrados, heridos, amenazados, arrinconados por la Historia, el pueblo saharaui desborda la fuerza de todos los pueblos que resisten, de los refranes que se niegan al olvido, de las nanas que esperan nuevos niños, de la esperanza sin motivo y la alegría de existir juntos mientras el cielo azul poco a poco se oscurece...  El sol es pasajero, como esa Historia, esos imperios, esas alianzas entre gobernantes lejanos... las confianzas permanecen.

Porque como el agua huidiza, como el pan trabajado, como el propio cielo, la atenta solidaridad, la fraternidad consciente, la impertérrita ilusión y la amistad verdadera son necesidades primarias.

Son herramientas ancestrales para resistir los embates de esa Historia y sus imperios, de la guerra y sus necesidades contables.

Aquí no. Aquí el taimado recelo, la correosa envidia, la conveniencia astuta y los puntos porcentuales son un estúpido lujo que nadie se puede permitir.

"Nos estamos haciendo pobres -resuena Benjamin-. Hemos ido perdiendo uno tras otro pedazos de la herencia de la humanidad. Nos espera a la puerta la crisis económica y, tras ella, una sombra, la próxima guerra".

En los campos de Tindouf, con la guerra acechante, la esperanza no es un concepto abstracto. En el desierto conocen esa verdad que hace tuyas las cosas, las palabras convenidas, los nombres de los sitios, la fuerza de los derechos... esa verdad que tantos olvidamos recoger de un monte sin piedad donde la empeñamos como baratijas gastadas para invertir -ingenuos- en el mercado de la geopolítica y sus bombas tácticas, sus tipos de interés y sus alianzas militares.

Esa Historia que golpea y pasa, hiere y pasa, mata y pasa... Esa historia que no mira por donde pisa y pasa en su alocado correr camino del abismo, mientras la vida amanece otra vez con sus canciones, su trabajos y sus días, sus cucharas y su confianza mutua en los campos del desierto...

La vida permanece. La alegría permanece.

Solo así permanece.

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