Dominio público

Ni enemigas ni censoras

Ana Bernal Triviño

Imagen combinada de 'El Yoyas' y Pablo Motos.
Imagen combinada de 'El Yoyas' y Pablo Motos.

Viendo el documental de María Lejárraga, de Laura Hojman, pensaba en que hay cosas que no cambian con el tiempo. Los ofendidos que escucharían con recelo y aspavientos sus reflexiones en aquella época son los ofendidos que hoy, en 2022, reaccionan de la misma manera.

"No se alarmen ustedes (...) Precisamente hace tiempo que yo tenía el deseo de pronunciar en público la temerosa palabra: FEMINISMO", decía Lejárraga, tan sabia que aún hoy en 2022 hay quienes se remueven en sus sillas cuando escuchan "feminismo" o "patriarcado" o "cultura de la violación". Yo lo veo en muchas tertulias a las que voy. Los ofendidos y ofendidas de 2022, por mucho que ahora digan que apoyaban a las feministas de antes y no a las "locas de ahora", se hubiesen alterado igual con Lejárraga, con León, con Ucelay, con Burgos, con Campoamor o con Tello. Y las hubiesen tildado de locas por el desafío de sus palabras y porque se negarían a cambiar. Como hoy.

Escribo esto por la cantidad de ofendidos y ofendidas tras mis artículos de Pablo Motos o El Yoyas. Y esas ofensas son la reacción ante el miedo y la debilidad. Llegar al feminismo no es fácil. Llegar hasta él, por convicción y necesidad, no se hace en una manifestación con batucadas. Se llega después de ser violentada, atacada o humillada. No se llega por placer de ponerte una etiqueta queda bien, sino por necesidad de sobrevivir y de tener el fango hasta el cuello. No se crean. Nos hubiésemos quitado mucho sufrimiento de haber seguido como ustedes, mirando desde arriba. 

El problema está en que su reacción no es con autocrítica o análisis, sino con ofensa porque creen que con la desacreditación consiguen lo de siempre. Y el problema está en que usan esos momentos para dar "lecciones" falsas de un feminismo que ni saben qué es y machacan con sus mantras inventados que, a la vez, terminan dañando a las víctimas.


Es muy fácil. Ni somos enemigas ni somos censoras, como dicen de nosotras. Dejen de calificarnos y califíquense ustedes. No somos enemigas porque el feminismo no es una guerra, porque no mata, sino que es una salvación para crear generaciones de mujeres y hombres más libres. No somos vuestras enemigas porque todo lo conseguido en la historia para las mujeres es resultado del avance feminista. No somos censoras porque justo años de silencio es lo que hemos pasado nosotras, las mujeres, eliminadas de la historia, de los libros, de los trabajos, de la cultura durante siglos. No somos censoras porque justo es a nosotras a las que siempre nos habéis mandado a callar cada vez que hemos dicho algo que no os gusta, porque pensáis que estamos solo para agradar. No somos censoras porque quienes hoy aún nos critican siguen siempre en sus púlpitos desautorizando y desacreditando nuestras propuestas. Ni están en la cárcel ni cancelados de sus trabajos, somos justo nosotras las que estamos en menos espacios porque, cuidado, somos las "periodistas feministas". No somos censoras porque señalar machistadas en los medios no es atacar la libertad de expresión, sino señalar malas prácticas para corregirlas. Es imposible avanzar si a cada propuesta o recomendación ni se escucha ni se piensa, sino que se reacciona desde la ofensa y no desde el aprendizaje.

De verdad, estamos muy faltas de hombres como Stuart Mill que desde el primer minuto, en épocas mucho más conservadoras y restrictivas, tenía una visión más completa y justa de nuestra vida. En lugar de avanzar, algunos y algunas estáis en un camino de retroceso que al final solo provoca dolor. Porque cuando habláis de las "feministas" con asco, como un grupo estúpidas que pierden el tiempo, muchas veces ni pensáis que la amplia mayoría de ellas son mujeres que han sobrevivido, mujeres maltratadas, violadas, acosadas, discriminadas... Y a las víctimas de ese país se les respeta. Igual a las víctimas de terrorismo. Y al movimiento que surge de ello para que toda la sociedad mejore, también.

No es justo porque nuestras reflexiones no parten, a diferencia de las vuestras, del odio sino de la necesidad de reacción a lo que seguimos haciendo mal. Pero, ¿qué creen? Que todas, y yo misma, hemos pasado por eso, por no querer asumir que estábamos equivocadas, y desde la rabia no con el otro, sino de nosotras mismas por no haber reaccionado antes. En cambio, vuestras palabras solo pretenden estigmatizar y desarticular la grandeza de un movimiento, para humillarnos en público y para que otros lo sigan haciendo.


Pero hemos aprendido. "No se avergüencen ustedes de la pelea, no les dé rubor proclamarse de una vez para siempre feministas", decía María Lejárraga. Y no lo haremos, porque tenemos historia. Y no lo haremos porque aunque nos digan enemigas y censoras y por mucho que les molesten, no conseguirán avergonzarnos.

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