Dominio público

¿La Policía no encuentra al Yoyas, pero los periodistas sí?

Ana Bernal Triviño

Periodista

¿La Policía no encuentra al Yoyas, pero los periodistas sí?
Carlos Navarro, más conocido como 'El Yoyas’, tras pasar por ’Gran Hermano’.

Ha vuelto a ocurrir. Se ha vuelto a entrevistar a Carlos 'El Yoyas', el prófugo que debía estar en prisión por violencia de género tras maltratar a su pareja Fayna Bethencourt. Ya escribí un día que NO se puede entrevistar a maltratadores porque no van a reconocer nunca su responsabilidad. Agresores que, además, tienen sentencias que corroboran una tras otra su culpabilidad, hasta ser avalada por el Supremo.

Maltratadores que han huido de la justicia pero que se valen de medios de comunicación que permiten que se hagan las víctimas, nieguen la violencia de género y dañen aún a su expareja. Los agresores saben que en la ignorancia, en la necesidad de espectáculo, en la falta de formación y en la mala fe de muchos en los medios, tienen un altavoz. 

Todo el mundo respeta el Estado de Derecho pero también hay que hacerse respetar. La violencia institucional existe y es cuando el Estado bien por omisión o por acción no cumple con la protección a la víctima. Quien no sabe de esto, va directo a decir que la culpa es de un ministerio de Igualdad, cuando las sentencias no salen de ese ministerio. También dicen que la Ley de violencia de género tiene culpa de todo, en su obsesión por derogarla. Pero son los mismos que saben que el éxito o no de una ley depende de cómo se aplique. Los mismos que hacen oídos sordos ante los errores y quejas que las víctimas presentan sobre la justicia o la actuación policial ante el Defensor del Pueblo, año tras año. 

Y sí, también hay aciertos. Mujeres que han encontrado protección pero no puede dejarse, con una sentencia ya firme, que los maltratadores se sientan impunes con medios que los convierten en estrellas y que hacen del sistema un meme del que reírse. Porque cuando hay que buscar a una de esas madres protectoras que se llevan a sus hijos, sin sentencia condenatoria, bien que se localizan pronto. Sabemos que con 'el Yoyas' hay una búsqueda pasiva, ¿pero de verdad nos tenemos que creer que, en estos seis meses, se lo ha tragado la tierra y es ilocalizable para todo el sistema menos para los periodistas?


El sistema actúa a veces como si fuera una maquinaria automática, sin interpretar cómo opera la violencia de género. Porque consideran que el agresor actúa una vez mal y bueno... ya rectificará y se dará cuenta. Y no, eso no ocurre. No entienden que la violencia de género se sustenta en el odio y en ir a por ellas hasta el final, si nadie le para los pies. Y no hace falta matarlas directamente, muchos disfrutan sabiendo que el miedo y la incertidumbre podrá con ellas. 

Lo malo es que el caso del Yoyas es la punta del iceberg. Hace días estuve en una casa de acogida y, allí, mujeres protegidas pero con una libertad limitada mientras su agresor merodea la zona, porque está en libertad provisional a la espera de juicio. Mujeres que han perdido a sus hijos e hijas porque la justicia las consideró unas locas y les dio la custodia a sus maltratadores. Mujeres con dispositivo cometa pero él no lo lleva. Mujeres agredidas donde ellos se saltaron la orden de alejamiento. Mujeres agredidas porque les acabó la orden de alejamiento y no se volvió a pedir... y así, un error tras otro y con suerte de que alguna no acabe bajo tierra. Porque ellas se levantan cada día solas. Y ellos, partidos de risa viendo cómo tienen espacios para escaparse.

La entrevista del Yoyas es ejemplo de un periodismo que trata aún la violencia de género como un suceso. El mismo que, como dice Fayna en Instagram, no quiere escuchar a las víctimas. El mismo donde periodistas que revictimizaron a otras mujeres han sido premiados por sus jefes y opinan aún violencias machistas como si fueran expertos. El mismo que se pasa el código deontológico de la profesión por la espalda. El mismo donde algunos aprovechan tratar estos temas para lanzar consignas de negacionismo machista y hacer campaña a costa de las vidas de esas mujeres. Quizás porque piensan y creen que la vida de las mujeres no vale nada.

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