Dominio público

Y el próximo en caer en la derecha española es...

Sato Díaz

Jefe de Política de 'Público'

El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, durante la reunión de la Junta Directiva Nacional del Partido Popular tras las elecciones generales del 23J / Fernando Sánchez (Europa Press)
El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, durante la reunión de la Junta Directiva Nacional del Partido Popular tras las elecciones generales del 23J / Fernando Sánchez (Europa Press)

Se fue la luz. Y cuando volvió, otro cadáver estaba tendido sobre el suelo enmoquetado junto a un charco de sangre (perdonen por la moqueta, da calor, y no es lo más propio para este cuentecillo de ficción veraniega). La desconfianza reinaba en el ambiente, el asesino (o asesina) estaba en aquel salón, era alguien de las personalidades presentes.

Y es que estaba la flor y nata de la derecha española... Sobre el suelo ya yacían los restos de Albert Rivera y de Inés Arrimadas, también de Pablo Casado. El último en caer, Iván Espinosa de los Monteros, todavía mantenía una viva expresión en el rostro. Fue visto y no visto. No somos nada.

Ayuso, Ayuso!". Los cánticos de los militantes que se dieron cita en la calle Génova retumbaban en la cabeza de Alberto Núñez Feijóo, que, pese a ser el dueño de la casa, no las tenía todas consigo. La propia presidenta madrileña tenía la mirada perdida, sentada sobre el piano, con un enigmático gesto suyo en la cara muy característico. ¿Sonreía o se había quedado en blanco? ¿Sufría o disfrutaba?

Santiago Abascal, literalmente, se había cagado encima. Rocío Monasterio, petrificada. Jorge Buxadé tragaba saliva. Hermann Tertsch, whisky. A Macarena Olona le había vencido la risa nerviosa y no lograba frenar la carcajada. Juan Manuel Moreno Bonilla miraba al horizonte, por la ventana. Alfonso Rueda no sabía ni quién era. María Guardiola no quiso decir nada, para no tener que rectificarse poco después. Arrancó a hablar Xavier García Albiol: "Esta casa está protegida por Securitas Direct, es imposible que el asesino sea un okupa".

El presidente andaluz no quería acercarse ni en pintura a los de Vox. El pasado 27 de julio se había despachado a gusto contra el partido ultra en el Parlamento de Andalucía. Moreno quiso distanciar al PP de Vox, se vio fuerte con su mayoría absoluta que logró pareciendo moderado, alejándose de Olona.

Moreno Bonilla no dejaba de recordar su intervención. Si el asesino era de Vox, él podría ser el siguiente. "Cuando se cuestionan los derechos de las personas homosexuales y que sufren homofobia, ¿cree que no hay padres y madres conservadores y de derechas que sus hijos son homosexuales y se sienten violentados (por su discurso)? Ese es el problema", recordaba, el presidente de la Junta.

El primer cadáver fue el de Mariano Rajoy, a finales de la primavera de 2018. Y tras aquella moción de censura que abrió el horizonte a nuevas mayorías políticas parlamentarias (el entendimiento entre fuerzas progresistas con una visión no centralista del Estado), las derechas nacionalistas españolas mantienen una crisis permanente. Fueron baja Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal.

José María Aznar está presente en el salón del piano, a través de un cuadro que preside la habitación. Todos le ven, en todo momento. A veces, los ojos del cuadro parecen moverse. Los cadáveres empiezan a oler. De fondo se oye la radio: Federico Jiménez Losantos.

Una vez fuera de juego Ciudadanos, quedaron dos, PP y Vox. Dos opciones sobre la mesa: un entendimiento entre ambos partidos como en varias comunidades autónomas y muchos ayuntamientos o una competición para acabar el uno con el otro.

El PP sabe que Vox repele a una mayoría de la población y que su entendimiento con los ultras le dificulta mucho llegar a la gobernabilidad en España. El carácter plurinacional del Estado abomina de Vox. La prensa conservadora con sede en Madrid, y con grandes ingresos publicitarios provenientes de la Comunidad de Madrid y del Ayuntamiento, han situado el objetivo en el partido de Abascal, cada vez le ven más como un impedimento. Madrid será terreno hostil este invierno.

Ya solo quedaban tres vivos: Feijóo, Moreno y Ayuso. Se apagó la luz. Cayó (y calló) el gallego.

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