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Irlanda: ¿qué dicen unos ojos sonrientes?

Raj Chari

RAJ CHARI

06-11.jpgEl próximo 12 de junio marca una fecha significativa: los irlandeses decidirán el destino del Tratado de Lisboa, siendo Irlanda el único país de los 27 Estados de la Unión Europea que ha convocado un referéndum de ratificación. La convocatoria de este referéndum trae causa de la decisión adoptada por el Tribunal Supremo en los años 80 por la que toda modificación importante de los Tratados de las Comunidades Europeas implica una enmienda de la Constitución irlandesa que debe someterse a la consulta de los ciudadanos irlandeses (pero no de todos los residentes). ¿Es posible entonces que el único Estado que ha convocado un referéndum y que tiene una población inferior a la de Madrid pueda frustrar el proceso de ratificación?

Si atendemos al contexto en el que se celebra el referéndum, el aspecto más significativo es la dimisión, en abril, del que fuera primer ministro de Irlanda (Taoiseach) durante varios años, Bertie Ahern, debido a crecientes rumores en torno a la gestión de sus finanzas. Su sucesor, Brian Cowen, asumió el cargo el pasado 6 de mayo en un momento en el que el "tigre celta" parece haberse quedado afónico. La escalada continua de los precios, la desaceleración del sector inmobiliario, el riesgo de perder inversores extranjeros y las previsiones económicas no dan pie al optimismo.

En este clima, todos los partidos políticos están a favor del Tratado de Lisboa, tanto los socios de la coalición de gobierno –Fianna Fáil, Progressive Democrats y Green Party– como los principales partidos de la oposición –Fine Gael y Labour Party–. En la misma línea, la principal organización de empresarios, IBEC, y la Confederación Irlandesa de Sindicatos han mostrado su entusiasmo acerca del nuevo Tratado.

Sin embargo el resultado del referéndum no es tan evidente. Una serie de voces discordantes encabezadas por relevantes europarlamentarios como Mary Lou McDonald (Sinn Féin) y los miembros de la campaña por el "No" han argumentado que el Tratado implicaría la pérdida para Irlanda de su histórica neutralidad en política exterior, una reducción de su influencia en instituciones como la Comisión y en Consejo, así como llevaría a Irlanda a sufrir los efectos negativos de ulteriores reformas agrícolas.

Otro factor que añade incertidumbre al resultado del referéndum es la imprevisión que caracteriza a los votantes irlandeses. Echando la vista atrás, cuando los irlandeses tuvieron que pronunciarse en el año 2001 sobre el Tratado de Niza, un 53,87% votó en contra. Cuando el gobierno reaccionó convocando un segundo referéndum, el Tratado recibió, no obstante, el apoyo de un 62,6% de los votantes.

Esta vez, existe aún más incertidumbre acerca del resultado final. Las encuestas publicadas por el Sunday Business Post reflejan que, desde enero, menos de un 45% del electorado hubiera votado "Sí" en el referéndum. Aún más intrigante es el hecho de que una buena parte del electorado, en torno a un tercio, permanece indeciso. A pesar de que esta proporción de indecisos ha descendido durante el mes de mayo, este cambio ha incrementado en mayor medida el porcentaje de aquellos que votarían "No" frente a los que manifiestan un voto afirmativo. Hacia finales de mayo, los partidarios del "No" representaban alrededor de un 33%.

Si el Tratado de Lisboa es finalmente ratificado por los ciudadanos irlandeses, el resto de la Unión Europea suspirará aliviada. La ratificación significaría que no habría ulteriores obstáculos en la aprobación de un Tratado para el que ningún otro Estado ha previsto la consulta popular.

Los viejos fantasmas de la aprobación de la Constitución Europea resurgirían si, por el contrario, el voto irlandés se decanta por el "No". Esta situación generaría dos posibles resultados. En primer lugar y como ocurriera con el Tratado de Niza, el electorado irlandés podría ser convocado a un nuevo referéndum sobre el Tratado. En segundo lugar, la victoria del "No" podría provocar el completo descarrilamiento del Tratado, bien enfriando los ánimos de otros Estados, bien estancando el proceso de ratificación que requiere la unanimidad de los Estados miembros.

A fin de evitar una posible victoria del "No", España y el resto de socios de la Unión Europea haría bien en adoptar una posición estratégica para ayudar al Gobierno irlandés e incentivar que el mayor número de irlandeses acudan a votar el próximo día 12 de junio. Tal y como muestra el segundo referéndum celebrado con ocasión del Tratado de Niza, cuanto mayor sea el número de votos, mayor será también la probabilidad de un resultado a favor de la ratificación del Tratado. Si finalmente el "No" prevalece se generará un clima de incertidumbre sobre el futuro del Tratado de Lisboa y sobre el proyecto de integración europea en sí mismo.

Como dice la conocida canción, "cuando unos ojos irlandeses te sonríen, seguramente te robarán el corazón". Sólo cabe esperar que con un poco de impulso por parte de España y del resto de la Unión Europea, esos ojos irlandeses no frunzan el ceño, alejando el proyecto europeo.

Raj Chari es profesor del Trinity College de Dublín y autor del informe ‘The Irish Referendum on the Lisbon Treaty’
para la Fundación Alternativas (OPEX)

Ilustración de Bwokaa

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