Dominio público

Pedro Sánchez no da puntada sin hilo

Virginia P. Alonso

Directora de Público

Pedro Sánchez y Begoña Gómez, en una imagen de archivo. /Europa Press
Pedro Sánchez y Begoña Gómez, en una imagen de archivo. /Europa Press

Pedro Sánchez lo ha vuelto a hacer. Con tres folios y medio, ha puesto patas arriba a periodistas, políticos y hasta a su entorno más cercano, donde "shock" era la palabra que más repetían en privado minutos después del "tsunami" provocado por su carta.

Dicen personas próximas al presidente que en la mañana de este miércoles estaba "muy tocado". Pero no vieron venir su golpe de timón. Porque con esa carta personal (sin membrete oficial) a la ciudadanía y difundida a través de Twitter (X), Sánchez coloca a todo el mundo al borde del precipicio y consigue al menos cuatro cosas.

En primer lugar, da completamente la vuelta a la situación abierta tras la incomprensible admisión a trámite en un juzgado de una denuncia interpuesta por la organización de ultraderecha Manos Limpias contra su esposa, Begoña Gómez. Desvía, por tanto, el foco de la investigación penal para colocarlo sobre sí mismo y sobre su familia como víctimas de una "estrategia de acoso y derribo". Y gira la cámara hacia esa "máquina del fango" que describe en su carta.

Por otro lado, sitúa a los líderes de la derecha y la derecha extrema, Feijóo y Abascal, en una posición nada cómoda. Porque el retrato que hace de ellos en su carta, lejos de ser histriónico, es fácilmente identificable por cualquier ciudadano/a, sin importar mucho su posición ideológica. Y porque coloca a todo el mundo, sin excepción, ante la responsabilidad de la bajeza moral y el envilecimiento.

Además, abre un espacio de tensión que sólo él podrá resolver el lunes 29 y se convierte en dueño y señor de la incertidumbre, que ahora maneja a su antojo. Arrebata, por tanto, a ciertos medios y políticos el poder de gestionar la presión y les devuelve la bola.

Y frena en seco el motor de la deshumanización que las derechas encendieron contra él hace años, sobre todo a raíz de la pandemia. Si ya logró desactivar con ingenio la maniobra del Perro Sánchez para jugarla a su favor, ahora el resultado del envite es magistral. Porque el presidente saca su lado más humano y personal, revela incluso una cierta vulnerabilidad y encima hace una declaración de amor a su esposa: "¿Merece la pena todo esto? Sinceramente, no lo sé. Este ataque no tiene precedentes, es tan grave y tan burdo que necesito parar y reflexionar con mi esposa. Muchas veces se nos olvida que tras los políticos hay personas. Y yo, no me causa rubor decirlo, soy un hombre profundamente enamorado de mi mujer que vive con impotencia el fango que sobre ella esparcen día sí y día también". Hasta Darth Vader sería capaz de empatizar con el presidente tras leer este párrafo.

La cuestión es que Pedro Sánchez no suele dar puntada sin hilo. Y acostumbra a ganar cada órdago que lanza (y van unos cuantos). Pocos/as le ven renunciando a la presidencia del Gobierno y algunos más piensan que es probable que anuncie una cuestión de confianza; algo que, aunque sea de manera simbólica, le permita escenificar, nueve meses después de las elecciones del 23J, que tiene el apoyo de la mayoría de la Cámara de diputados. Pero la cabeza y el tacticismo de Sánchez, como los caminos del Señor, son inescrutables. Nos esperan cuatro días y medio de quinielas, especulaciones y ruido.

Por eso, les dejo aquí algunas certezas y dos reflexiones para amenizar lo que nos viene:

1. La "máquina del fango" lleva inundándolo todo desde hace más años de los que al propio Sánchez le gustaría admitir. Recordemos que un vicepresidente del Gobierno y una ministra, Pablo Iglesias e Irene Montero, tuvieron durante meses a un grupo de ultras en la puerta de su domicilio personal. Y aquí no pasó nada, salvo condenas puntuales aquí y allá. Un vicepresidente y una ministra; ahí es nada. Antes de esto, Manuela Carmena y Ada Colau sufrieron en sus propias carnes un acoso mediático sin parangón.

2. El lawfare o las guerras jurídicas se utilizan para ganar en los tribunales las elecciones que no se ganan en las urnas. Por eso son una aberración democrática y, aunque aquí el poder judicial se lleve las manos a la cabeza cuando oye hablar de lawfare, la realidad es que muchos integrantes de la judicatura en este país están encantados de dar curso a denuncias burdas, basadas en asuntos publicados por medios afines a la derecha y extrema derecha, que una vez son admitidas a trámite, ocupan portadas y portadas durante semanas, meses o años. Nunca sabremos qué parte del desgaste de Podemos es achacable a la persecución judicial y mediática que sufrieron de forma constante desde que la carcunda patria olió que podían tocar poder.

3. Es urgente una reforma judicial que regenere el sistema judicial y que permita a la ciudadanía recuperar la confianza en la Justicia.

Voy con las reflexiones.

En primer lugar, "la constelación de cabeceras ultraconservadoras" a la que hace referencia Sánchez se ensancha año tras año, financiada en buena parte con dinero público de gobiernos del PP y por no se sabe muy bien quiénes más. Algunos de estos diarios, dedicados a la difusión de bulos y patrañas, copan ya las primeras posiciones de audiencia digital, y por este motivo reciben también publicidad institucional estatal que, al igual que la local y autonómica, pagamos todos los ciudadanos y ciudadanas con nuestros impuestos. Periodistas de estos medios se sientan en las tertulias de RTVE, la tele pública, pagadas también con el dinero de todos. Aunque sus medios mientan. Y todo esto con un Gobierno progresista en La Moncloa que ha hecho poco y menos para que esto cambie y que parece confundir pluralismo con sectarismo. 

Por último, una apreciación: la "máquina del fango" se ha despachado a gusto con la izquierda y el progresismo, pero dentro de este espectro, las mujeres han sido su objetivo prioritario y más rentable. Las citadas Manuela Carmena y Ada Colau, pero también Victoria Rosell, Mónica Oltra, Irene Montero o Isa Serra. Ahora, tras constatar que Pedro-Sánchez-irreductible vuelve a dormir en Moncloa en principio cuatro años, su diana vuelve a ser otra mujer: la esposa del presidente del Gobierno. Un recado para navegantas.

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