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Dimisiones

La evolución de las guerras de Irak y de Afganistán es sin duda compleja, y no deja de llamar la atención el modo cómo oficialmente se cuentan. Por ejemplo, y en el caso de Irak, barajando las cifras de manera adecuada, parecería ser que la situación mejora relativamente porque... mueren menos soldados de Estados Unidos. Pero los atentados contra civiles, la fragilidad de las instituciones, y por ejemplo  la buena voluntad de alguna milicia chiita, que mantiene una tregua por su cuenta, son indicadores de que la cosa es mucho más confusa de lo que parece.

Y en estas dimite el almirante Fallon, jefe militar máximo de los operativos de Irak y de Afganistán. La Casa Blanca, como es de rigor con esta Administración Bush, se esconde tras el Pentágono, y éste dice que no tiene que ver con un artículo de prensa, pero un poco, sí. ¡Vamos! Es casi como si hubiese dimitido Eisenhower en plena búsqueda del soldado Ryan.

La verdad es que el mando unificado de ambas guerras, y sobre todo la complicada relación que esta estructura militar tiene, en Afganistán, con la OTAN, es fuente constante de problemas. Lo mejor del caso es que, si los hechos son ciertos, el militar, Fallon, dimite, porque le preocupan las tendencias militaristas (que no las habilidades militares) de sus superiores políticos en la Casa Blanca y en el Pentágono hacia Iran. La cosa no da para un tercer frente y Fallon lo sabe muy bien.

Resulta que el militar no es el militarista, y su jefe político no es el hombre prudente y sabio.

Pere Vilanova 

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