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Cuando la guerra salvó a Lincoln

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El Norte estaba empantanado en una guerra de desgaste con el Sur, no se había reelegido a un presidente en los 30 años anteriores y, en definitiva, la popularidad de Abraham Lincoln estaba en su nivel más bajo. Hasta sus correligionarios del Partido Republicano preferían otro candidato.

En 1864, Lincoln –uno de los políticos más admirados hoy en EEUU– estaba al borde de la derrota electoral en plena Guerra de Secesión. Si tenía alguna duda, sólo tenía que leer los insultos que le dedicaban sus rivales y los periódicos: déspota, mentiroso, ladrón, bufón, perjuro, tirano... todo eso aparecía en los panfletos de la época.

"La idea de que un hombre así sea presidente de un país como éste es una broma ridícula", escribió el New York Herald.

Los demócratas estaban dividos entre los dispuestos a continuar la guerra y los favorables a un acuerdo con el Sur. Al final, eligieron a un candidato singular: el general George McClellan, que había sido destituido por Lincoln cuando dirigía el mando militar de las tropas del Norte.

Los periódicos antiLincoln publicaron todo tipo de mentiras. Hasta llegaron a contar que el presidente había pedido a un oficial que entonara una alegre canción... precisamente cuando, acompañado por McClellan, contemplaba desde una ambulancia los campos regados de cadáveres de la batalla de Antietam.

La historia era falsa, pero Lincoln no se dignó a desmentirla: "Si no he dejado claro con mi actuación que eso sólo puede ser una mentira quizá es que la opinión que tengo sobre mi persona esté equivocada". Pocos políticos actuales dirían algo así.

El culmen de la guerra sucia fue un panfleto escrito por dos periodistas del New York Herald. Describían las ventajas de la mezcla racial para "fortalecer la sociedad" y recomendaba los matrimonios entre blancos y negros, algo inaudito en esos años. También decían, y ahí estaba la intención, que Lincoln y los que rechazaban la esclavitud estaban a favor de esta teoría.

El folleto se extendió como la pólvora. Pero la guerra salvó a Lincoln. En unas semanas todo cambió. Cayó Atlanta, el Sur se batió en retirada y de repente el Norte descubrió que la guerra se podía ganar. Lincoln ganó en las urnas con el 55% de los votos.

Iñigo Sáenz de Ugarte

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