El mapa del mundo

Los piratas son gente honrada

barcoLo que para algunos es un serio percance económico para otros puede ser una estupenda oportunidad de negocio. Y en un país que vive sumido en el caos y cuyos habitantes tienen una expectativa de vida de 46 años, rechazar una forma rápida y no demasiado arriesgada de ganar dinero no es una opción muy inteligente.

El aumento de los ataques de piratas en la costa de Somalia en este año ha hecho que las navieras, las aseguradoras, los productores de petróleo y la OTAN vuelvan su mirada a un lugar olvidado. Es otra aplicación práctica de esa frase que, adaptada a este caso, se leería así: tú puedes pasar de Somalia, pero Somalia no pasará de ti.

Desde 1991, su historia es una sucesión de guerras entre milicias, clanes y fuerzas militares extranjeras. Milicianos y mercenarios locales han ido adaptándose a las condiciones del mercado para sobrevivir. Cuando la guerra civil puede emplearlos a todos, no hay problema. Pero si la paga no es buena o se respira demasiado plomo en el ambiente, los más emprendedores prueban nuevos horizontes laborales. Los que viven en la costa cuentan con aptitudes profesionales con las que adaptarse a la piratería (¿ya no pueden pescar?). Al empezar a tener éxito, otros siguen su ejemplo. Al principio, es suficiente con salir al mar. Más adelante, los más innovadores se harán con las herramientas tecnológicas apropiadas y sobornarán a la gente que les dará la información precisa: por muy grande que sea un barco, no es tan fácil encontrarlo en el mar si no conoces su ruta.

92 abordajes en el golfo de Adén en este año y unos 30 millones de dólares obtenidos en rescates son una publicidad irresistible. El viceministro de Pesca del Gobierno regional de Putland lo admitía a un periodista de The Guardian: "Hasta los estudiantes de secundaria están abandonando las clases para ir a Eyl porque ven que sus amigos están ganando allí un montón de dinero".

piratasEn Eyl todo es una fiesta. Es el puerto al que vuelven los piratas y donde muchas veces se pagan los rescates. Entonces, corre el dinero, no el ron sino el qat (un alucinógeno muy extendido en el este de África), y los comerciantes locales alegran la vista. Todos los pagos se hacen en efectivo y además los piratas no regatean ni se pelean entre ellos. Lo crean o no, dicen que hasta las chicas prefieren casarse con piratas. Ni siquiera Jack Sparrow gozaba de tanta reputación.

Los ministros de Defensa están alarmados. Se habla de reforzar la vigilancia con buques de guerra para poner fin a los asaltos, que ya han multiplicado por diez las primas de los seguros y condicionado las rutas del transporte marítimo. Es menos gravoso atacar el síntoma que el origen del problema. Nadie parece interesado en buscar una solución para el futuro de Somalia. Los países en los que el 25% de los niños mueren antes de cumplir cinco años no están en la lista de prioridades, el comercio internacional es otra cosa.

Durante años, ese mismo caos no resultaba oneroso, antes al contrario. Los pesqueros chinos y europeos, entre ellos los españoles, esquilmaban unas aguas muy productivas porque no había ningún Gobierno que pudiera controlar esos recursos. Hay que recordar que los pescadores del Playa de Bakio exigían que la Armada española les protegiera para volver a faenar. Es un escándalo, nos roban mientras les robamos. ¿Cómo se puede permitir esto?

La privatización de la guerra acudirá en rescate de políticos y empresarios. Blackwater ya ha anunciado que a finales de año enviará el primero de varios barcos a esas costas repletas de bárbaros. Su flotilla estará a disposición de las navieras interesadas. La compañía ya ha dicho que varias de ellas les han comunicado que están interesados en sus servicios.

Un lugar sin ley ni orden como Somalia es el escenario perfecto para los mercenarios que regaron de sangre las calles de Bagdad. Piratas contra piratas, un final perfecto para esta historia. ¿Quién dijo que la economía de mercado no puede adaptarse a las condiciones más difíciles?

Íñigo Sáenz de Ugarte

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