El tablero global

El mundo al revés de los espías e Irán

Cuando Obama eclipsó la cumbre del G-20 al comparecer, con Sarkozy y Brown, para denunciar la nueva planta secreta de Irán para enriquecer uranio, ante el mundo pareció que EEUU volvía a presionar a sus aliados para actuar contra los presuntos planes de un país enemigo de fabricar armas de destrucción masiva. Así que, lógicamente, se despertó un sano escepticismo internacional sobre la autenticidad de las pruebas esgrimidas por los mismos servicios secretos que se inventaron el inexistente arsenal nuclear, químico y bacteriológico de Sadam.
Lo que muy pocos sabían entonces es que esta vez es precisamente el espionaje estadounidense el que está poniendo en duda que Teherán intente producir la bomba atómica, mientras que son los europeos e israelíes quienes insisten en que esos son los planes del régimen de los ayatolás.
De lo que se trata ahora no es de si la República Islámica desarrolla un programa de enriquecimiento de uranio, el paso más importante y arduo para construir un arma nuclear, puesto que está claro que lo hace, alegando que quiere ser autosuficiente en la producción de combustible para centrales generadoras de electricidad. Lo que cuenta es si los científicos militares iraníes están diseñando y construyendo, o no, una ojiva atómica que pueda ser lanzada con los misiles de largo alcance Shahab-3.
Pues resulta, según los espías norteamericanos, que no lo están haciendo desde que detuvieron ese tipo de investigación en 2003; una conclusión que alcanzaron tras conseguir penetrar en las redes informáticas y las comunicaciones gubernamentales internas de Irán, y que fue expuesta por vez primera en el Informe Nacional de Inteligencia de 2007.

Por supuesto, los israelíes disienten por completo de esa estimación y sostienen que el propio líder supremo, Jamenei, dio en 2005 la orden de reemprender el diseño de una cabeza nuclear; motivo por el que están amenazando, no muy sutilmente, con actuar unilateral y militarmente, como si la doctrina neocon de Bush siguiera vigente. Pero el problema es que ni siquiera sus fieles amigos estadounidenses se creen esa versión, pues se apoya en indicios "endebles y circunstanciales, y los israelíes no pueden documentar sus alegaciones", explicó hace unos días The New York Times.
Ahora bien, mucho más sorprendente es la obstinación con la que alemanes y franceses se empeñan en mantener –durante los contactos entre mandos del espionaje de los distintos países– que Irán sí trata de fabricar armamento atómico. Los germanos son, en este caso, los más duros y aseveran que ese programa militar iraní nunca se interrumpió, teoría que apoyan en las pruebas aportadas el año pasado durante un juicio en Alemania sobre envíos a Irán de alta tecnología embargada.
En cuanto a los franceses, sospechan que los inspectores de la Organización Internacional de la Energía Atómica no han revelado todas sus averiguaciones, por lo que exigen los anexos que utilizan en sus discusiones internas para elaborar los informes públicos sobre Irán.
Vaya, que hace sólo unos meses que nos libramos de Bush y ya está pareciéndoles Obama demasiado blando.

Más Noticias