Tierra de nadie

La imaginación del poder

Los dueños del zoo de Gaza han pintado rayas a dos burros para que los niños de la Franja imaginen que son cebras recién llegadas de la sabana. Las de verdad acabaron destripadas en un bombardeo israelí y es difícil reponerlas porque las cebras cuestan un riñón y no saltan muros de hormigón de nueve metros de alto. Siempre se ha dicho que la imaginación es como viajar y sale más barato, aunque es un aforismo que no siempre se cumple. En Tarragona, sin ir más lejos, los vecinos se imaginaron que una leona acechaba los campos y resultó ser un perro abandonado, en cuya caza han intervenido cuarenta personas, doce vehículos y dos helicópteros durante cinco días. Total: 100.000 euros de nada.

A quienes tenemos poca imaginación han de facilitarnos las cosas. Podemos creer que los burros son cebras o los perros leonas, pero nos cuesta más trabajo tragarnos que nuestro Ejército está en misión de paz en Afganistán y no en una guerra, sobre todo cuando llegan los ataúdes. Al menos, y para hacerlo más digerible, se ha dejado de afirmar que las tropas españolas luchan por la democracia de aquel país, en vista de que lo que en Kabul y alrededores se entiende por democracia es que un tal Karzai, que lleva unas capas divinas, meta en las urnas papeletas con su nombre. Ha sido un detalle.

Sin embargo, tenemos que imaginar que los militares españoles mueren para defender la paz, lo cual requiere un esfuerzo conceptual importante, casi tanto como aceptar que las tropas deban ocuparse de formar al Ejército y a la policía afgana. Imaginemos que lo consiguen. Tendremos dos cuerpos armados al servicio de un presidente títere que se ha elegido a sí mismo con la complicidad de lo más granado de las democracias occidentales. Dramáticamente, esto no resulta difícil de imaginar.

La culpa de que no seamos capaces de hacer abstracción de la realidad para entregarnos al ensoñamiento es enteramente nuestra, de nuestra estrechez mental. Cualquier niño puede imaginar que cinco cajas de zapatos alineadas forman un tren de mercancías; un comité en Suecia es capaz de imaginar a Obama como premio Nobel de la Paz porque no sabe cómo salir de la guerra de Afganistán; Esperanza Aguirre no deja de imaginar que vive en Moncloa, que también tiene techos altos. ¿Que imaginan que el paro bajará en octubre? Bueno, tampoco hay que pasarse.

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