Tierra de nadie

Blanco, con el viento a favor

Las cosas, como son. Puede que José Blanco no tenga mucho ojo con las conspiraciones pero sabe por dónde sopla el viento. En el caso de los controladores, el ministro lo tiene de cola y los chicos del radar de morro. Si como todo parece indicar, el Congreso convalida hoy por unanimidad el decreto para que AENA asuma el control absoluto sobre la navegación aérea, la suerte de estos millonarios estará echada. Para cuando la Justicia se pronuncie, en el supuesto de que los afectados recurran a ella, en las torres de control, que en buen número serán liberalizadas, habrán cambiado hasta los póster.

A diferencia de otras iniciativas del Gobierno, en este caso se ha explicado, se ha convencido y se ha actuado. No era normal que la masa salarial de este colectivo haya pasado de 140 millones de euros en 1999 a los 730 millones actuales, como tampoco lo era que los sucesivos ministros ignorasen desde hace más de diez años la advertencia de la Intervención General del Estado sobre la ilegalidad del régimen de horas extras, con el que algunos de estos esforzados de las rutas se han comprado piso en Manhattan o se han instalado en Buenos Aires.

Los controladores están desconcertados y su sindicato tan dividido que ha tenido que cambiar a sus interlocutores. La decisión de hacer públicas sus remuneraciones ha permitido que algunos de ellos descubrieran que, aun ganando un potosí, quienes organizaban el trabajo se llevaban el dinero en carretilla. De los 2.200 controladores, 700 se echaban al bolsillo más de 400.000 euros anuales, entre los que se encontraban sus cabecillas sindicales. Son conscientes de que el órdago de Blanco tampoco les dejará en la ruina, ya que seguirán ingresando más de 250.000 euros. Y sobre todo han comprendido los riesgos de inmolarse en la batalla: un controlador de AENA sólo puede trabajar en AENA.

El Ministerio está preparado para el conflicto pero piensa también en el futuro. Desde octubre puede reclutar a controladores de la UE; en 24 horas estima tener habilitados y en perfecto estado de revista a los controladores militares si fueran necesarios; y se prepara para aumentar la plantilla en 300 efectivos, puestos idóneos para pilotos retirados. Tras esta guerra, llegará otra revolución en Fomento. Hay que ahorrar y rediseñar el Plan de Infraestructuras. Dicen que Blanco ha pedido una goma de borrar.

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