Tierra de nadie

La conspiración exportable

Siguiendo el ejemplo del PP, que va a tener que empezar a cobrar royalties, Sarkozy ha explicado a los franceses que la acusación de haber recibido financiación ilegal para su campaña de la heredera de L’Oreal, la pizpireta octogenaria Liliane Bettencourt, forma parte de una conspiración contra sus reformas económicas, y ha puesto la mano en el fuego por su actual ministro de Trabajo, Eric Woerth, quien tenía la obligación como responsable del Presupuesto de combatir el fraude fiscal mientras su señora asesoraba a Bettencourt en la ingrata tarea de evadir impuestos. Napoleoncito se ha mostrado indignadísimo, mientras blandía un informe oficial encargado por él a la Inspección General de Finanzas, dependiente de él mismo, en el que certificaba que no ha habido irregularidad alguna. Dichosas conjuras.

Pese a lo similar de la estrategia, caben destacar varias diferencias en la actitud del inquilino del Eliseo y la que es costumbre en el registrador de la propiedad de Pontevedra ante los casos de corrupción con lo que ha tenido que lidiar. La primera es que Sarkozy ha dado explicaciones públicas en televisión y no se ha escondido bajo las piedras; la segunda es que al presidente francés no se le ha ocurrido culpar a la policía o a los jueces de sus desdichas; y la tercera es que su apoyo formal no impedirá que Woerth deje de ser en breve el responsable de finanzas de su partido.

Ha pasado una semana desde que se destapó una presunta trama de corrupción en Alicante, en la que aparecen implicados varios dirigentes populares, entre ellos el presidente de la Diputación José Joaquín Ripoll, al que la Justicia imputa graves delitos. Salvo para denunciar la actuación policial, ya que al parecer a los miembros del PP hay que detenerlos por sms porque en persona se les pilla siempre en pijama, ni Rajoy ni nadie de su cohorte se ha atrevido a explicar qué extraño influjo ejerce el clima de Levante en sus cargos públicos, sobre los que se manifiesta una irresistible tentación hacia lo ajeno.

Lo decente sería nombrar una gestora en Valencia para extirpar una cáncer que se ha extendido hasta la médula, pero resulta que la corrupción allí da votos, seguro que también por culpa del clima. Se explica que Sarkozy no hay copiado exactamente el modelo de Rajoy: en París no hay playa.

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