Tierra de nadie

A Zapatero le jubilan a los 52 años

Lo peor de que a uno le den por muerto es tener que escuchar los comentarios de los allegados, que nunca suelen mostrarse tan compungidos por el dolor como uno hubiese imaginado. En el PSOE ya se habla abiertamente del futuro sin Zapatero, que viene a ser lo mismo que discutir del testamento a los pies de la cama del moribundo. Lo del presidente parece no tener remedio, y la prueba de ello es que ese barón tan manchego que es José María Barreda no le pide ya que aclare cuanto antes si será el candidato en 2012 sino que se resista a la tentación de elegir a dedo a su sucesor, método, por cierto, por el que él mismo fue designado por Bono.

Fue Bono quien hace tres años avanzó que Zapatero no se presentaría a un tercer mandato, y es muy posible que esa haya sido siempre su idea, a la que sólo habría renunciado en circunstancias electorales muy adversas para el PSOE. A día de hoy, sin embargo, y si las encuestas no engañan, no habría mayor calamidad para los socialistas que su candidatura misma. Con Zapatero se tiene la sensación de estar asistiendo a una inmolación en directo. Resignado ver devaluada su imagen ante la opinión pública hasta el punto de no retorno, parece empañado en que la historia no le recuerde como el hombre que llevó al país a la ruina, y de ahí el suicidio político e ideológico que ejecuta.

La incógnita se despejará en mayo. Si, como se teme, el PSOE se hunde en las municipales y autonómicas, el camino de la sucesión quedará formalmente abierto. En ese escenario no sería descartable que el partido eligiera a un candidato para salvar los muebles, que bien podría ser Alfredo Pérez Rubalcaba en su último servicio a la causa, y que, con posterioridad, un Congreso decidiera sobre el nuevo liderazgo de la organización. Todo ello, lógicamente, en el supuesto de una derrota electoral, ya que a estas alturas una circunstancia distinta ni se contempla.

¿Y Zapatero? La verdad es que nadie le imagina transformado en un jarrón chino del estilo de Felipe González o a sueldo de otro Murdoch como Aznar. Se le supone regresando a León con su familia y ocupando la plaza de miembro nato del Consejo de Estado que él mismo habilitó para los ex presidentes, donde ya envió de avanzadilla a María Teresa Fernández de la Vega. Plácida jubilación a los 52 años.

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