Tierra de nadie

Elegía al gobernador

Es bueno recordar que la banca española era un acorazado insumergible y un eje esencial de la recuperación económica de España, que según predecía Zapatero en septiembre de 2008, volvería a crecer como solía gracias a que contaba "con el sistema financiero más sólido de la comunidad internacional". Tan portentosa era la fortaleza de nuestras instituciones que mientras el resto del mundo se apresuraba a reestructurar las suyas, aquí arrojábamos flores al paso del gobernador del Banco de España, sin cuya gloriosa supervisión no hubiera sido posible un paraíso donde los productos tóxicos estaban proscritos.

Se les facilitó primero unas decenas de miles de millones de euros, pero no porque les hiciera falta, sino porque de sólidas que eran no tenían liquidez. Luego, a paso lento, se alentaron fusiones de cajas, bajo la atenta mirada de ese gran supervisor que sólo acertaba a descubrir los agujeros de las entidades cuando las intervenía. Como esto era la meca de la solvencia, no se les obligó a provisionar adecuadamente los activos inmobiliarios mientras se amparaba el fraude de que su valor contable fuera muy superior al de mercado. Se consiguió así que la banca no diera pérdidas a costa de que el crédito se esfumara y los precios de la vivienda siguieran sin reflejar el pinchazo de la burbuja en un mercado paralizado, todo un éxito inconmensurable del señor gobernador.

Descubrimos ahora que la banca española ha acaparado en diciembre más de 30% de los préstamos del BCE porque no hay nadie en el mundo que se fíe de nuestro solvente sistema financiero, y que son necesarias más fusiones a la carrera y unos 50.000 millones de euros adicionales en capital. El único consuelo es que del proceso se ha apartado al supervisor, antes de que nos entierre en el cementerio de la solvencia y rece un responso.

Si el Gobierno cumple lo que dice, los contribuyentes no tendremos que sufragar los costes de un banco malo sino que serán las entidades las que apechuguen con sus pasivos, renunciando incluso a sus beneficios. Con la jubilación anticipada del gobernador, la felicidad sería completa.

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