Tierra de nadie

Los recibos de Bárcenas

Como las cosas no pasan porque sí va a haber que reconocer que una mano negra, tal vez una UTE formada por la CIA, el Mossad y el SVR, heredero del KGB, persigue al PP y lo sitúa en el centro de sus conspiraciones más malvadas. Cuando no se trata de  una confabulación planetaria como en el 11-M para hacerles perder las elecciones, es un golpe de Estado de perroflautas o el complot que ahora nos ocupa, en el que participan todos los medios de comunicación del país, la Justicia, los partidos de la oposición y un extesorero con aspecto de vendedor de faldas escocesas. El objetivo último de esta intriga es, según parece, devolver a Mariano Rajoy a su registro de la propiedad de Santa Pola, donde se gana más dinero en A que de presidente.

Envuelta en semejantes maquinaciones, sólo una fuerza granítica y de firmes convicciones sería capaz de sobrevivir, y en eso el PP se sale de la tabla. No hay partido que respete más la presunción de inocencia, los principios generales de la contabilidad y hasta el Estatuto de los Trabajadores, de ahí que tenga en nómina al exmarido de la ministra de Sanidad, imputado por corrupción, no fuera ser que, al despedirle, éste les llevara a Magistratura y ganara, con el consiguiente descrédito para el buen nombre de la organización. Los populares son muy mirados con los detalles.

Los chicos de la calle Génova no han organizado ninguna trama para forrarse sino que son víctimas de ella. De su buena fe abusó Correa y su carísimo confeti, el Bigotes y sus relojes y, por supuesto, Bárcenas y sus papeles. ¿Los aguinaldos, los bolsos de Louis Vuitton, los trajes, los viajes en primera, las fiestas con payasos, las comuniones de los niños gratis total, la pasta en Suiza y la amnistía fiscal? Todo es falso salvo algunas cosas, un burdo montaje hecho con tijeras y loctite.

Por tanto, no hay nada que temer, aunque haya quien crea que Luis, además de ser un "cabrón" de tomo y lomo, es un tipo listo que, presionado por la investigación judicial de su fortuna en Suiza y aparentemente abandonado a su suerte por la cúpula del PP, ha decidido tirar un poco de la manta para mostrar algunas vergüenzas y enseñar quién tiene la sartén por el mango.

Si no tuviéramos la certeza de que esa contabilidad B es más falsa que la Gaceta (dicho sea sin segundas) y que en el PP hasta los cristales sudan honradez, alguien podría suponer que un cabronazo tan inteligente ya habría llegado a un acuerdo para limitar los daños a cambio de cierta inmunidad. ¿Cómo? Pues negando ante el fiscal los supuestos pagos en negro y desmintiendo ser el autor de los papeles, sabedor de que, aunque un grafólogo determinara que la letra es suya, no podría establecer la fecha de redacción a partir de unas fotocopias.

Dirán que un tipo tan inteligente no haría la estupidez de desactivar sin más la bomba que él mismo ha colocado, y es verdad. Alguien inteligente se guardaría más cartas en la manga para asegurarse de que el trato se cumple. ¿Cuáles? Sobre eso pudo dar pistas el exdiputado Jaime Ignacio del Burgo cuando explicó que Bárcenas le había dado dinero para ayudar a una víctima de ETA, a la que hizo firmar un recibí que entregó después al tesorero. Guardar estos documentos es lo que haría un tipo inteligente.

Los casos de corrupción se asemejan mucho a uno de esos puzzles interminables para parejas aburridas. En el de la Gürtel se vio primero la figura de un señor con gomina y otro con bigotes; poco después apareció un tercero con patillas, que ha resultado estar enmarcado sobre un fondo de Alpes suizos. Con el tiempo, encajando piezas, ha comenzado a formarse una extraña escena en la que parece verse a toda la dirección del PP con sobres asomando de los bolsillos de sus americanas. Pero el puzzle aún no está completo. No descarten que en alguna de las esquinas termine surgiendo el recibo troquelado de un pago trimestral firmado por un alto responsable de nuestra derecha más honrada. Vendría a confirmar que en esta gigantesca conspiración todo es falso, salvo algunas cosas.

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