Tierra de nadie

La fotocopiadora humana

Desde Shakespeare -en torno al cual se ha construido una muy fundamentada teoría que atribuye buena parte de sus obras a Christopher Marlowe- al negro de Ana Rosa Quintana, el plagio ha sido el portero de la comunidad de vecinos de los escritores y un incomparable compañero de viaje de académicos, juristas, doctorandos y demás emborronadores del folio en blanco. De Bryce Echenique decía Sabina que era el culpable de que no se lanzara a la literatura porque lo había escrito todo y mucho mejor de lo que él pudiera hacerlo nunca. Llevaba razón en lo primero porque el peruano es, al parecer, una máquina de plagiar aunque en justicia haya que atribuirle la mejor definición del fenómeno: "es una forma de halago".

Los halagos secretos o enmascarados que a lo largo de su carrera ha vertido el rector de la Universidad Rey Juan Carlos, Fernando Suárez Bilbao, son, como se ha demostrado, incontables, pero en su descargo cabe decir que vienen a ser la grandiosa encarnación del lema de un centro que el PP fundó para dar la réplica a ese nido de socialistas que era la Universidad Carlos III. "Non nova, sed nove" se lee en el frontispicio de la URJC; traducido: "Nada nuevo pero de forma nueva". No dirán que no es glorioso y singularmente profético.

A Suárez Bilbao sus colegas le han echado de la Conferencia de Rectores, de la que era uno de sus cuatro vocales permanentes, y han ignorado de esta forma alguno de sus argumentos para justificar su irrefrenable pasión por apropiarse de cualquier manifestación de escritura, desde la Epopeya de Gilgamesh a los grafitis de Muelle. El destituido, en plan magnífico, ha explicado que es humano y a esa condición ha achacado las "disfunciones" que llevaron a perpetrar sus atracos intelectuales más celebrados.

La comunidad académica ha condenado al rector sin tener en cuenta las eximentes que le asisten. Así, se han obviado unos antecedentes familiares capaces de marcar a fuego al más duro de los aceros. Suárez Bilbao es hijo de Luis Suárez, ese notable medievalista del Opus Dei que hizo famoso el Diccionario Biográfico de la Real Academia de la Historia por sus entradas sobre Franco y Escrivá de Balaguer. Al régimen del primero lo calificó de autoritario "pero no totalitario" y del segundo refirió cómo, mientras celebraba una misa, "el Señor le hizo ver la solución jurídica que iba a permitir la ordenación de sacerdotes a título del Opus Dei".

Suárez Bilbao ha tenido que competir desde niño con el rigor histórico de su padre, y de ahí, posiblemente, sacara la idea de que las fuentes de mayor autoridad son las del Palacio de la Granja y la Cibeles, tan obvias todas ellas que no necesitan glosa. Quizás de aquellos polvos procede el lodo que impide al rector formar una frase simple de sujeto, verbo y predicado sin mirar por encima del hombro al escribiente de al lado. El mejor ejemplo lo constituye su aportación a un volumen colectivo sobre la Iglesia en la historia de España dedicado a las peregrinaciones a Santiago.

Es hasta cierto punto entendible que, para culminar su trabajo, fusilara al amanecer la obra del medievalista gallego Carlos Barros, pero lo que demuestra que el rector, en realidad, padece una grave patología es su apropiación de párrafos completos de páginas web de viajes, incluida una –bicigrino.com- dedicada a peregrinos ciclistas: "Los peregrinos utilizaron tres elementos básicos que pronto se convirtieron en sus símbolos distintivos: el zurrón (morral), el bordón o bastón y la calabaza para almacenar vino." Alguien capaz de descender a este submundo de la copistería precisa de asistencia médica urgente.

La complicada vida del rector disculparía también alguno de sus ramalazos mafiosos como cuando, siendo vicerrector, trató de chantajear al jefe del Departamento de Estadística de la URJC para evitar que al entonces rector Pedro González Trevijano, hoy en el Constitucional, le surgiera un adversario en las elecciones al cargo: "Lo único que vamos a negociar es el modo de enterraros" se le escucha decir en una grabación sin la música de Nino Rota de fondo.

Se dice ahora que si Suárez Bilbao se mantiene contra viento y marea en el sillón del rectorado es por sus conexiones con el PP, como si el hecho de haber dado trabajo a la prima de Gallardón, a la hermana de Cristina Cifuentes, a la sobrina de Mayor Oreja o a la cuñada de Francisco Granados fueran motivo suficiente. Paco Marhuenda, que también es profesor en la URJC, ha corrido a defenderle y con razón.

La explicación de su encastillamiento, en contra del sentido común y de lo que ocurre en cualquier país civilizado, donde hasta el conserje de un hotel pillado en una copia pondría su uniforme de almirante a disposición de la gerencia, hunde sus raíces en su propio temperamento. España es diferente, qué coño, como bien sabe el padre de esta criatura, y fue fundada por los visigodos a la caída de Roma. Tan diferente que nadie puede echar a la fotocopiadora humana si él no dimite. Gaudeamus igitur (alegrémonos, pues) y entonemos a coro una de las estrofas del himno universitario por excelencia: "Vivat et res publica, et qui illam regit. Vivat nostra civitas, Maecenatum charitas, quae nos hic protegit". O dicho en cristiano: "Viva el Estado y quien lo dirige. Viva nuestra ciudad y la generosidad de nuestros mecenas que aquí nos acoge". Amén.

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