El desconcierto

La pandemia, eje político de las urnas de Madrid

La presidenta de la Comunidad de Madrid y candidata a la reelección, Isabel Díaz Ayuso a su llegada este martes al Hotel Mandarin Oriental Ritz de Madrid para participar en encuentro NEF Online del Círculo de Confianza, organizado por Nueva Economía. EFE/Zipi
La presidenta de la Comunidad de Madrid y candidata a la reelección, Isabel Díaz Ayuso a su llegada este martes al Hotel Mandarin Oriental Ritz de Madrid para participar en encuentro NEF Online del Círculo de Confianza, organizado por Nueva Economía. EFE/Zipi

La guerre est finie, película de Alain Resnais, con guión de Semprún, se estrenó en 1965; abordaba la crisis que vivieron los militantes clandestinos del Partido Comunista de España después de la expulsión de Fernando Claudín y Jorge Semprún de la organización. Simultaneamente, el escritor Juan Goytisolo publicaba en una revista progresista francesa, Ya no se muere en Madrid, un articulo en el que insistía en la doble visión contrapuesta sobre la realidad española tras la guerra civil: la visión lírica e idílica de los exiliados frente a la más lúcida de los que luchaban en el interior. Tanto en la película como en el artículo ya se prefiguraba la futura  irrelevancia, hundimiento y desaparición en 1982 de lo que por entonces era el Partido. 

Viene a cuento este revival histórico a la vista de los estereotipos, fachas versus rojos, que enmarcan la campaña electoral de las autonómicas de Madrid. Tan falso es que hoy exista en la sociedad madrileña una amenaza socialcomunista como que haya un riesgo fascista. Salvo para reducidos círculos políticos conservadores o progresistas, que parecen o simulan no haberse enterado de que la guerra ha terminado, los madrileños no viven esta contienda electoral desde las trincheras que los amantes de la épica buscan cavar. Estas urnas de Madrid son, por fortuna, mucho más prosaicas y agarbanzadas. Como diría Goytisolo, ya no se muere en Madrid, salvo del coronavirus.

El único enemigo es la pandemia, frente a ella estamos todos los madrileños, como el resto de los españoles; en la misma trinchera con, eso sí, estrategias diferentes. No hay ninguna quinta columna del coronavirus, pero si dos claros enfoques contrapuestos sobre cómo vencerlo y, sobre todo, poder afrontar mañana la inminente explosión social que se nos viene encima, sin que exista aquí y ahora partido alguno que pueda ayudar a los sindicatos a encauzarla. La respuesta neoliberal en torno al PP y la socialdemócrata, bajo la batuta del PSOE, luchan ahora con estados de alarma, vacunaciones, restricciones y confinamientos opuestos, sin más objetivo que movilizar a  toda la sociedad en sus planes de ataque contra el coronavirus.

Esa es, precisamente, la batalla decisiva que se dirime el próximo 4 de mayo. Exportar al resto de España la experiencia neoliberal de Madrid o importar la experiencia socialdemócrata del Estado a Madrid. Para ambos estados mayores, tanto el del PP como el del PSOE, las urnas madrileñas no son más que un paso decisivo en sus posteriores ofensivas para adecuar la Moncloa a la Puerta del Sol o la capital del Estado al Estado. Tras todo un primer año de combatir a la pandemia, se impone la necesidad de unificar la estrategia  en toda España, bien bajo los criterios de Ayuso, en vigor en la Puerta del Sol, bien bajo los de Sánchez, en la Moncloa. España no puede continuar siendo un Estado con dos políticas sobre el corona virus.

Isabel Ayuso, con su convocatoria electoral anticipada, aprovechando el error garrafal de la Moncloa en Murcia, y Sánchez, arremangándose en un debate autonómico, lo tienen claro. La principal baza de la presidenta de Madrid es concentrar todo el voto de los cabreados por la gestión de la Moncloa, como lo es también la del presidente de España el aglutinar a todos los que la apoyan. De hecho, es como un primer ensayo general para la próximas urnas legislativas, y para las próximas autonómicas madrileñas que se celebrarían, en principio, en el 2023. Es claro, por lo tanto, que quien logre vencer el 4 de mayo en Madrid no será ganador de la guerra política sobre la pandemia, pero sí se estará colocando. De ahí la vital importancia de que ahora nadie reedite el voluntarismo y subjetivismo político, denunciado en la película de Alan Resnais y en el artículo de Juan Goytisolo, que permitió al general Franco morir en el Pardo. Las consecuencias de esta falacia de composición en el análisis, como diría Tierno Galván, serían mucho más graves. 

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