Corazón de Olivetti

Los ricos también lloran

Tras acosar hasta sus últimas consecuencias a la Iglesia, como quedó demostrado durante la reciente visita del Papa, el zapaterismo rampante la emprende con nuestros pobrecitos millonarios a quienes hace amago de restablecer el impuesto sobre patrimonio.

Ay de Amancio Ortega, con lo que le ha costado a Inditex levantar su holding a costa de los currantes brasileños. Malhaya de Rafael del Pino Calvo Sotelo, con su Ferrovial a cuestas, o de José Manuel Entrecanales Domecq, como su propio nombre indica. ¿Qué fue del cuché de Esther Koplowitz? Isidoro Alvarez y Juan Roig resisten tras los mostradores de El Corte Inglés y de Mercadona. Los ricos también lloran, como Cayetana Fritz-James Stuart, más conocida en su calidad de duquesa de Alba. La buena mujer anticipa su herencia para poder casarse con Alfonso Diez, a pesar de que el novio lleva nombre de rey sabio.

Las grandes fortunas españolas andan en vías de extinción o se atrincheran en holdings y family offices, esconden sus ahorros bajo las baldosas o en su colchón, lo retiran de la Bolsa o mandan sus caudales de vacaciones al extranjero y una muñequera de plástico con el todo pagado en cualquier paraíso fiscal.

Para evitar la desaparición de este fenómeno patrio, el PP está al loro. De momento, María Dolores de Cospedal –240.000 euros durante 2009-- califica como demagógica la medida de restaurar el impuesto patrimonial. Quizá el futuro Gobierno de Rajoy declare personas non gratas a los millonarios alemanes y franceses que reclaman mayor carga impositiva. Aunque las posibilidades de contagio no parecen altas, La Moncloa tendría que aprestarse a evitar semejante epidemia.

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