Fuego amigo

Historia de un zapato

Leí el otro día la noticia de que una banda peruana de ladrones había robado 600 zapatos, todos del pie izquierdo. Vosotros os preguntaréis para qué querrían 600 zapatos del mismo pie, a no ser que se tratase de la más organizada y numerosa banda de ladrones cojos... del pie derecho, que ya es afinar en esto de organizar asociaciones raras.

Inmediatamente me vino a la memoria una historia que corría de boca en boca en la postguerra sobre los negocios opacos del financiero y contrabandista Juan March, el que financió con 600 millones de pesetas el golpe de Estado de Mola y Franco. Lo que voy a contar nunca supe si se trata de una leyenda urbana, aunque en cualquier caso (se non è vero, è ben trovato) define a la perfección el espíritu de quien llegó a ser inmensamente rico partiendo del negocio de la trata de ganado, de cerdos concretamente. Y con los cerdos, sentados ya en las poltronas del régimen, continuaría haciendo luego suculentos negocios hasta su muerte.

Pues a lo que iba. Esta leyenda urbana contaba que entre sus negocios de contrabando, ya en los años de la República, figuraba el de fletar barcos, desde las Américas, cargados con zapatos de un solo pie. Si el cargamento no era detectado por la vigilancia aduanera, se enviaba la orden de partida a otro barco con los zapatos gemelos. Si el cargamento de alguno de los barcos era decomisado, pasaba a subasta pública. ¿Pero a quién otro que a Juan March podía interesarle un barco entero de zapatos de un solo pie?

Nunca los zapatos habían estado tan politizados, hasta el otro día en que un periodista iraquí los puso de moda, en la modalidad de tiro al ya casi ex presidente Bush (se me está haciendo eterno). Desde entonces, el fabricante, Shoes Company, ha recibido un pedido de 300.000 pares de un modelo que ya se conoce en Irak como un "símbolo de la democracia". Lo que son las cosas, de golpista a demócrata. El zapato al fin se ha redimido.
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Meditación para hoy:

Los zapatos de Aznar sobre la mesa del despacho presidencial del niño de los Bush no cuentan, no hay quien los redima. Más que una carga política llevaban todo un cargamento de un complejo infantil que provoca sonrojo. Esos zapatos, con calzas internas de 7 centímetros, ni son golpistas ni son demócratas. Son completamente insufribles.

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