Fuego amigo

La mariposa no se está quieta

 

El famoso efecto mariposa se refiere a cómo pequeños cambios, inicialmente imperceptibles, pueden tener consecuencias extraordinarias al cabo del tiempo y a miles de kilómetros de distancia. Dice la Wikipedia que al parecer fue tomado del proverbio chino "el aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo". Este efecto en meteorología se puede ejemplificar con ese pequeño remolino de aire enrarecido en el océano que acaba siendo un tornado devastador. En política llegaron a ser tristemente célebres las reuniones en un café de unos cuantos jóvenes en torno a un psicópata insignificante llamado Adolf Hitler, cuyo efecto mariposa, ese, en principio, sagrado e inocente derecho a hacer apología del crimen, prendió más tarde en una de las mayores tragedias sufridas por la humanidad.

 

Se me ocurre que el 15M, que comenzó siendo una chispa de protesta que los políticos profesionales acabaron respetando públicamente solo con la boquita pequeña para que su ninguneo no supusiese una venganza en forma de sangría de votos, pero que me consta que en la intimidad desprecian con el insultante nombre de acampada de perroflautas, ese 15M, digo, está alcanzando fuerza de dos o tres con la convocatoria global del 15O (léase "quince o", no ciento cincuenta... aunque ese sí que sería un bonito efecto mariposa).

 

Ya sabemos a dónde nos ha llevado el aleteo de la quiebra de un banco norteamericano, y el viento de hipotecas basura desatado a continuación. El 15O ya ha tomado Wall Street, donde todo comenzó, y se acerca a España con fuerza tres o cuatro. No hay un solo meteorólogo de la política que se atreva a pronosticar el tamaño del tsunami que está a punto de desatar.

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