Fuego amigo

La mentira, si la torturas, acaba diciendo la verdad

¡Fif Magianó! (o sea: viva Mariano, en franchuti). Lo decía, con entusiasmo, Nicolas Sarkozy, ministro francés del Interior, en la convención recién clausurada del Partido Popular. Una convención puesta en pie para declarar lo que el PP considera como dos obviedades: que los gobiernos de Aznar fueron los mejores de la historia de España, y que el gobierno de Zapatero es el peor de la historia de España, un "gobierno incompetente y errático", en boca de Magianó.
Y eso que, al parecer, la reunión extraordinaria de los tres mil representantes era para hablar del futuro, representado en uno de los políticos con más porvenir del momento: el mismísimo Manuel Fraga Iribarne, que fue aplaudido como el salvador que vuelve a Madrid desde el exilio gallego para dormirse en el senado, que es donde más patrióticamente se dormita. Los profetas del Apocalipsis como el ex presidente del Gobierno José María Aznar, acusaban a Zapatero de "desestabilizar la vida pública y privada de los españoles", adivinos insensibles y sordos a la máxima del sabio que avisaba que "cuando todo es grave, nada es grave".
Cuando un amigo me preguntaba alarmado cómo es posible que en un solo partido tengan asiento tantos profesionales del arte de la adivinación, y tan incompetentes que jamás aciertan, se me vino a la memoria una cita de Bismarck, primer ministro alemán con el emperador Guillermo II, político conservador, látigo de los socialdemócratas de su tiempo, que hoy estaría tan a gusto y calentito sentado en la convención del PP como invitado, al lado de Sarkozy: "Nunca se miente tanto como antes de unas elecciones, durante la guerra y después de una cacería". Y mirad por donde el PP está en período electoral desde el día siguiente a perder el poder, en guerra contra todo lo que huela a autonomía, y de cacería permanente de zetapés salvajes.

Pero para ellos la mentira es, como os decía ayer, un concepto tan difuso como el del centro: a la mentira basta con torturarla para que acabe diciendo la verdad, de la misma manera que si apretamos un poco, el centro acaba cantando el Cara al Sol con la camisa nueva a rayas y corbata de Armani.
Lo cierto es que ha terminado el festejo de la derecha y nos hemos quedado con las ganas de saber qué es eso tan misterioso del centro transformista (¿o era deformista?). Creo entender que es algo así como el horizonte o como el futuro, que están ahí delante pero que nunca puedes estar en ellos. Por eso nunca lo alcanzan.
Lo único que he sacado en limpio es que están tan atados a sus principios que no logran avanzar un milímetro, por mucho que la sociedad los empuje. Y con esas mañas no van a llegar nunca a esa ninguna parte del lugar inconcreto a donde no se dirigen.

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