Fuego amigo

¿Quién es más animal?

Nunca comprendí la afición española por la tortura a los animales. A un pueblo que eleva a categoría de arte la tradición del suplicio del toro en la plaza hasta ahogarlo en su propia sangre quizá no se le puedan exigir sutilezas tales como dejar de ahorcar a los galgos poco colaboradores con la caza, o suprimir ese derroche de testosterona que son los encierros de los sansebastianes, las vaquillas emborrachadas con aguardiente y luego despeñadas, los innumerables ejemplos festivos de toros acuchillados, capados salvajemente en vivo, perseguidos y atropellados con tractores, incendiados por los cuernos...

Y por supuesto, la utilización de los campanarios para precipitar todo tipo de animal. La última, el lanzamiento de pavos desde el campanario de la iglesia de Cazalilla (Jaén). ¿Quién es más animal: el pavo, el que lo tira, o el párroco que presta el campanario para estos menesteres?

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