Fuego amigo

Las cuentas de los convocantes van a misa

Ahora comienza la guerra de cifras. Para unos, los enemigos de la Iglesia (no saben sumar, siquiera, debido a sus carencias educativas), la manifestación no pasó de 400.000 personas. Para otros, los convocantes, un millón y medio. Yo creo que exageran un poco: según mis cuentas no pasarían, así, a vuelo de helicóptero, de un millón cuatrocientas noventa y seis mil quinientas doce. Y eso, reconozcámoslo, es un éxito, a pesar de que los representantes de las obispalías (sólo tres, Señor, para lo mucho que había en juego) se rajaron, quizá por amenaza de lluvia. Había más gente del PP dando la cara, con sus legionarios de Cristo al frente, entre ellos los culpables de la pésima enseñanza que hemos padecido en sus ocho años de mandato. Y digo que es un indudable éxito porque si sumarais todos los fieles que acuden a misa los domingos, no alcanzarían la mitad de esa cifra inmensa del casi millón y medio que desfiló por las calles de Madrid.

Nada preocupante. La izquierda sabe mucho de esto. En mis tiempos de militancia era una misión casi imposible lograr que nuestros correligionarios pagasen sus cuotas puntualmente (estuvo a punto de escapárseme "religiosamente", ¡este subconsciente!). Ah, pero a las manifestaciones no faltábamos ni uno, y eso que por entonces el premio por asistir eran otro tipo de hostias, administradas con largueza por los grises, la misma policía que escoltaba luego las procesiones en Semana Santa. Hay que reconocer que esto de las manifestaciones une mucho, crea espíritu de cuerpo, te reafirma entre tu tribu urbana, y, lo más importante, ejerce un efecto sedante sobre las preocupaciones de los manifestantes. Aunque sólo fuera por eso, la manifestación ya fue un éxito. Esta noche habrá al menos un millón cuatrocientas noventa y seis mil quinientas doce personas que dormirán con la tranquilidad que proporciona el deber cumplido.
Espero que mañana, más relajados, nos dejen tranquilos de una puta vez.

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