Modos y Modas

El móvil de la discordia

EL ANTÍDOTO // MAGDA BANDERA

Ay, cariño, no te lo tomes a mal, pero es que me duele la cabeza de tanto móvil. Va a acabar con nosotros. No, que no te estoy llamando pesado, lo mismo me pasaría si hablara con Vanesa. Son las ondas electromagnéticas, que me calientan los sesos y luego se me olvida todo y te mosqueas. ¿Ves cómo te enfadas? ¿Qué pasa, que también te vas a meter con mis lecturas? Sí, es verdad, primero lo vi en 'Diagonal', pero después me he documentado y lo ha sacado hasta la agencia Efe. Vale, ya te lo leo. Son las conclusiones del Proyecto Reflex, un pedazo de investigación a la que de repente la UE le retiró los fondos: "La exposición a las radiaciones de los teléfonos móviles por debajo de los límites que se consideran inocuos provoca modificaciones celulares y en el ADN, aunque no son nocivas". ¿Pero cómo no va a ser "nocivo" que me trastornen las células? No te importará a ti, pero yo las quiero como cuando me parió mi madre. Ya sé que eso no es posible, pero igual que no me pongo bótox en las rodillas no me da la gana de que me alteren la personalidad interna y mi mismidad. ¿Que estoy loca, dices? ¿Y qué te crees tú que es la UE, pedazo de ingenuo? Pero si la mitad de su normativa está inspirada por la Mesa Redonda de Industriales (ERT), un lobby presidido por Nokia y con Telefónica en el ajo, ¡cómo no! ¿Tú me estás escuchando o ya se te ha desintegrado la oreja? Al final nos vamos a pelear por culpa del móvil. Si ya te había dicho yo que acabaría con nosotros.

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