Modos y Modas

Un país de adivinos

EL ANTÍDOTO // MAGDA BANDERA, periodista y escritora

España es un país de futurólogos. Será que nos encanta decir "te lo dije" y jugar a adivinar la ONCE, cuándo llegará el AVE y qué se esconde en la caja de un absurdo concurso de televisión. Después, si no aciertas, te callas y nadie te pasa factura. Este país también es muy generoso. De eso presumía yo cuando vivía en Alemania hace veinte años y me pasaba el día criticando aquella sociedad que se me antojaba consumista, fría y racista con todas aquellas familias que alternaban varios coches, asistentas polacas y yogures con sabores inverosímiles. Todo en cantidades industriales, servido y limpiado por una legión de emigrantes.

Yo tenía suerte, era española, sinónimo de sol y vacaciones. Olé cada vez que mi familia de intercambio me presentaba a sus amistades. Nada que ver con aquella tarde en que salí a tomar un helado con las polacas con las que trabajaba en un restaurante. A nuestro lado se sentaron varios pares de botas con puntera. "Putas polacas", dijeron primero en voz baja, luego algo más alta. "Ni caso", murmuraron mis compañeras.

Algo peor me ocurrió en un parque mientras charlaba con otros dos estudiantes extranjeros. Uno de ellos, con un rostro de indio que sería la envidia de Chávez. Nunca he corrido tanto como aquella noche. Cuando al fin llegué a casa me consolé pensando que en mi país no pasaban esas cosas. Y ahora que sí suceden nos limitamos a adivinar que todo irá a peor. En lugar de prevenir, jugaremos a curar. Y entonces nos sentiremos generosos y haremos donativos, como a los niños del Chad.

 mbandera@publico.es

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