Extraños Delincuentes

El asesino del guante negro

El asesino del guante negroSer malo, pero lo que se dice rematadamente malo, no es tan fácil. No basta con delinquir. También hay que dejar constancia de que uno es un tipo duro que, incluso, 'firma' sus crímenes para que quede constancia allí donde interesa de que se tiene engrasado el gatillo y que no importa apretarlo. Dmitri Kostantinovich Belkin es, a sus 39 años, uno de esos malos que dejaría al Destripador de Londres en un simple aficionado a la casquería. En su haber tiene, nada menos, que el dudoso honor de haber ordenado presuntamente el asesinato de 29 personas, además de realizar supuestamente 'en primera persona' el crimen de un fiscal que se empeñaba en meterle entre rejas. Dmitri lo mandó al otro barrio y, como aviso a los futuros 'navegantes' que pensaran aventurarse en las procelosas aguas de sus negocios, dejó junto al cadaver dos fusiles kalashnikov y un guante negro: su firma.

Dmitri ocupa ahora una celda de la prisión madrileña de Soto del Real después de que la Guardia Civil lo detuviera el pasado 29 de abril cuando salía, junto a su mujer, del bloque de apartamentos del centro de Madrid en el que se ocultaba. La unica resistencia que opuso fue la de negar una y otra vez que él fuera Dmitri, el asesino del guante negro y los dos kalashnikov. No le sirvió de nada porque los agentes seguían sus pasos desde 2003, cuando se le detectó su presencia en España por primera vez, y sabían perfectamente delante de quién se encontraban.

En estos ocho años en los que se le ha buscado por la península, este malo entre los malos ha dado muestras de tener más facilidad para cambiar de nombre y apellidos que de camisa. El Instituto armado ha llegado a contabilizar nada menos que quince identidades falsas utilizadas por él en los últimos años. Nombres falsos que en, al menos, dos ocasiones le permitieron dar gato por liebre a la policía.

Primero en Francia, donde se presentó bajo la identidad de Vladimir Yanchev y consiguió que lo dejarán en libertad porque parecía un pacífico ciudadano ruso de paso por elpaís. La segunda vez, en España, donde fue arrestado como Ivelin Emanuilov Manolov por maltratar a su esposa. De nuevo, los agentes no supieron descubrir que detrás de aquel machista agresivo había algo más y, al no comprobar sus huellas dactilares con las facilitadas por Interpol, lo liberaron.

Tan seguro se veía, que Dmitri volvió a utilizar este último nombre. La Guardia Civil, que estaba realizando un rastreo de hostales, hoteles y alojamientos de todo tipo descubrió que alguien que decía llamarse, precisamente, Manolov se había inscrito en unos apartamentos situados en el número 9 de la calle Santa Cruz de Marcenado, en pleno centro de la capital. Hasta allí fueron los agentes y lo detuvieron junto a su mujer, que quedó en libertad porque contra él la Justicia rusa no tiene nada.

Sin embargo, Dmitri lo tiene más complicado. Las autoridades de Moscú le reclaman por los asesinatos y por ser el máximo jefe de un grupo criminal con un nombre tan largo como la hoja de delitos de su capo, el Medvekovskaya-Orekovskaya. A su jefatura accedió en 2003 después de que entre 2001 y ese año cayeran precisamente también en España, los que hasta entonces eran sus jefes: Sergei Butorin, Marat Poliansky y Andrey Pylev. Para entonces, Dmitri ya era un malo entre los malos  y daba mucho miedo. Y eso a pesar de que no hay constancia de que se haya dejado 'olvidado' el otro guante negro junto a ningún otro cadáver.

 

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