Otras miradas

La violencia machista como tendencia

Cristina Fallarás

Periodista

La violencia machista está de moda. Vamos, que es lo que se estila. Es tendencia, tendencia política. Admito que tal afirmación puede resultar frívola, y admitido está. Las modas políticas imponen modas mediáticas que a su vez imponen modas en la opinión pública y así. Por ejemplo, hubo un tiempo no muy lejano en el que estaba de moda algo llamado "prima de riesgo" pese a que nadie conocía su significado. Luego se estilaron la "recuperación" (entenderán las comillas) y la corrupción. Después, lo que se llevaba podría llamarse "España se rompe", y de esto hace bien poco. Me refiero a ellas como modas políticas porque son los partidos (todos, en general) y sus intereses quienes las echan a andar. O sea, que dan votos. Las modas políticas son una suculenta fuente de votos/adhesiones tanto hacia un lado como hacia el opuesto. En concreto hacia las vísceras del uno y del otro.

Pues ahora lo que está de moda es la violencia machista.

¿Y por qué precisamente la violencia machista en vez de, pongamos por caso, el precio de los alquileres, Venezuela o, pese a lo que pueda parecer, los Franco? Porque es lo que da más votos. Tiene la suficiente enjundia como para enfrentar a una parte de los votantes con la parte contraria. Visceralmente. Ningún otro asunto goza al parecer de tan suculento tirón.

Votos.

Adhesiones.

Vísceras.

Basura.

Un detalle: lo anterior requiere que el número de los partidarios sea similar al de los detractores. Si no, no hay moda. Solo da votos el enfrentamiento. O sea que el duelo más rentable hoy en asuntos políticos es el que se libra entre quienes defienden la existencia de la violencia machista y quienes la niegan o desprecian. Podría repetirlo cien veces (quienes defienden la existencia de la violencia machista y quienes la niegan o desprecian, quienes defienden la existencia de la violencia machista y quienes la niegan o desprecian...) y ni aun así me acostumbraría a tal barbaridad.

En realidad quieren decir feminismo, pero lo consideran un término demasiado complejo como para no meter la pata.

Y, lo dicho, las modas políticas imponen modas mediáticas. Así que ahora las opiniones sobre la violencia machista o la "intrafamiliar" o algo llamado "chiringuitos" (sobre cuyo significado vomito) ocupa en los medios de comunicación más espacio que la propia violencia machista, incluidos los asesinatos de mujeres. Lo que quiere decir que hay una parte notable de la población que rechaza la idea misma de violencia machista, niega su existencia y denigra a cualquiera que se dedique a denunciarla o paliarla.

Una parte notable de la población.

Tan notable como para convertirse en el mayor proveedor de votos de la parte derecha de las vísceras.

El mayor proveedor. Carajo, ¡el mayor proveedor de votos!

Insisto en que en realidad quieren decir feminismo, pero es como la prima de riesgo, ignoran su significado exacto. Así que mejor no arriesgarse, mejor decir "madres que asesinan a sus hijos". Es más, si alguien les dijera que lo suyo es misoginia, ni significado exacto ni remota idea del término.

Que en España la población machista y misógina sea tanta como para que la violencia machista se haya convertido en moda política, o sea semillero de votos, no es fortuito, pero duele igual. Hay quienes opinan, con razón, que se trata de una respuesta a la movilización feminista de los últimos años, a la denuncia firme y abundante sobre las agresiones sufridas, y la discriminación, y una recua de desigualdades flagrantes. Sin embargo, y estando de acuerdo, yo soy todavía más pesimista.

Más o menos así:

La violencia machista es tendencia política.

La violencia machista es tendencia política porque se ha convertido en el mayor semillero de votos.

La violencia machista es tendencia política porque se ha convertido en el mayor semillero de votos para aquellos que niegan su existencia.

La violencia machista es tendencia política porque se ha convertido en el mayor semillero de votos para aquellos que niegan su existencia tras haber descubierto que su postura suscita más adhesiones que el "a por ellos" y Venezuela.

No sigo, porque a estas alturas ya lloro. Mi pesimismo reside en que considero que no se trata, o no solo, de una respuesta al movimiento feminista, sino que el machismo y la misoginia que hoy manejan ciertos sectores políticos apelan a una población ya existente. Una población que solo necesitaba a alguien que enunciara aquello que por sí misma no habría osado expresar.

Poco importa que un número preocupante de la población considere que los gitanos, los inmigrantes, los homosexuales o las feministas son tal o cual. Poco importa hasta que un malnacido con representación pública lo enuncia. Más: lo enuncia arguyendo que lo hace porque no se doblega ante la corrección política, "semejante mariconada". Y más aún: hasta que es un político quien lo enuncia y, lejos de repudiarle, otros se pliegan a su barbarie a cambio ¿de qué?

La violencia machista está de moda y no precisamente por causar alarma.

La violencia machista está de moda por razones salvajes. O sea, políticas.

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