Otras miradas

Regeneración democrática para una Europa de las personas

Florent Marcellesi

Florent Marcellesi

Candidato de EQUO a las elecciones europeas

¿Quieres alcanzar la justicia social y ambiental para todas las personas? EQUO y la coalición Primavera Europea sí y lo queremos hacer mediante una gran transición hacia una economía sostenible, social y del bien común. Para ello es clave la participación ciudadana y la regeneración democrática. Para demostrarte que sólo es posible y deseable hacer una política para las personas con su participación efectiva, te propongo un reto, un ejemplo y te invito a valorar nuestras propuestas.

En primer lugar, te invito a que identifiques en tu entorno más cercano al menos dos personas que puedan describir de forma clara y sencilla el funcionamiento de las principales instituciones europeas: Parlamento Europeo, Comisión y Consejo. El desinterés de la clase política —en connivencia con los grandes grupos mediáticos y económicos— por explicar el funcionamiento de la Unión Europea es uno de los orígenes del desconocimiento de su papel en nuestras vidas. También explica en parte la desafección y la escasa participación ciudadana en los asuntos europeos. Está claro que urge una alfabetización europea de nuestra sociedad como condición necesaria para que la ciudadanía participe efectivamente en la construcción europea. O sea, en vez de una asignatura de religión, más nos valdría tener una asignatura de ciudadanía europea.

Pero además, nuestros máximos representantes, a veces, ni siquiera respetan los procesos de decisión europeos y negocian en secreto con otros países y organizaciones normativas y acuerdos que vulneran los más elementales derechos democráticos. Este es el caso del acuerdo conocido como TTIP (en español, Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión o TLC), que está siendo negociado a puerta cerrada entre EEUU y la Comisión Europea, sin ningún control parlamentario ni ciudadano. En nombre del libre comercio, el TTIP posibilitaría que las multinacionales denuncien a los gobiernos ante un organismo de arbitraje privado cuando consideren que determinadas normativas (sanitarias, laborales o medioambientales) son una barrera para que ciertos productos se comercialicen en Europa. Es decir, se podría dar el caso de que los Estados Miembros tuviesen que pagar indemnizaciones a las empresas por por el ejercicio de su soberanía. Ni más, ni menos esto es lo que se está se negociando con el apoyo del PP, del PSOE y de UPyD.

Cuando uno ve las reacciones de la gente cuando explica lo que es el TTIP, se entiende el silencio institucional y mediático que existe sobre el mismo. Durante 2013 se sucedieron las denuncias sobre la negociación encubierta y finalmente en marzo de 2014 Los Verdes europeos, de los más críticos con este tratado, tuvieron la valentía de filtrar un borrador del acuerdo en nombre de la transparencia. Pese a llevarse críticas y palos de socialistas y conservadores, este gesto ha servido para que la Comisión Europea abra un proceso de consulta pública actualmente en marcha. El TTIP es el ejemplo perfecto del tipo de normativas que nos puede imponer una política hecha de espaldas y a escondidas de la ciudadanía y sin ningún control democrático por parte de las instituciones.

Para evitar que nos impongan políticas que sólo buscan el beneficio económico de unos pocos a costa del bienestar de la mayoría y de las generaciones futuras, necesitamos ser una sociedad vigilante y exigente con nuestras instituciones y nuestros representantes. El acceso a la información no debe ser la excepción sino la norma. La transparencia no debe ser una concesión sino un derecho fundamental. El control y regulación de los lobbies no debe ser una opción sino una obligación legal y ética.

Sin embargo, la participación ciudadana no debe limitarse a la revisión crítica de la actividad institucional y política, sino que debe ser parte activa de ella. Por ejemplo, para parar el TTIP necesitamos tu participación activa y la de todos los colectivos sociales, ecologistas, sindicales, políticos, etc que luchen por una Europa y un mundo más solidario y sostenible. Más allá, EQUO y la Primavera Europea exigimos una reforma profunda y estructural de la Unión Europea para hacerla más democrática: iniciando un proceso constituyente europeo donde sea la ciudadanía quién decida qué Europa quiere, incrementando el poder del Parlamento y simplificando los mecanismos de participación directa (por ejemplo la Iniciativa Ciudadana Europea).

Con este objetivo en mente y para ser más que portavoces de las múltiples reivindicaciones ciudadanas, los partidos políticos tienen que trabajar para devolver a la ciudadanía el poder de decidir Europa. En este sentido, EQUO y Primavera Europea somos pioneros en abrir los partidos a la ciudadanía: las listas tanto nacionales como europeas se configuran mediante primarias (nuestros candidatos a la Comisión Europea son los únicos en haber salido elegido via primarias continentales), hemos practicado la democracia directa en el Congreso con nuestro diputado Joan Baldoví y nuestro programa se ha construido de una forma abierta y cooperativa con la ciudadanía.

Hacemos lo que decimos porque creemos que las formas son parte del fondo. Y esas formas basadas en la participación son el mejor camino para poner en práctica nuestro fondo: justicia, ecología y democracia.

 

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