Otras miradas

No olvidemos

Anita Botwin

Personal sanitario de un hospital de Barcelona responde a los aplausos de los ciudadanos en agradecimiento por su trabajo en la crisis del coronavirus. REUTERS/Nacho Doce
Personal sanitario de un hospital de Barcelona responde a los aplausos de los ciudadanos en agradecimiento por su trabajo en la crisis del coronavirus. REUTERS/Nacho Doce

Quienes usamos la sanidad pública de manera habitual, llevamos tiempo sufriendo su deterioro y denunciándolo. En más de una ocasión he puesto reclamaciones en atención al paciente, pensando que quizá servirían para algo. Tantas otras veces he apoyado a la Marea Blanca, que tanto ha luchado por parar el desmantelamiento de la sanidad pública.

Las medidas de austeridad de los últimos años han demostrado ser ineficaces y dolorosas para gran parte de la sociedad con un empeoramiento de la salud general y con especial afectación de la salud mental, incremento en el número de suicidios, aumento de las desigualdades sociales en salud, dificultad de las clases más desfavorecidas en el acceso al sistema sanitario...

La sanidad que tanto orgullo produce estos días ha sufrido lo indecible desde comienzos de la crisis económica allá por 2007, con recortes de personal, de camas, de material, de la retirada de su carácter universal. Durante los gobiernos del PP en la comunidad se clausuraron casi 3.000 camas hospitalarias (una de cada cinco) y se despidió a 3.200 trabajadores de la sanidad pública, al tiempo que se derrochaban millones en contratar la construcción de siete hospitales privados con fondos buitres y empresas implicadas en la financiación ilegal del partido. Mientras disminuían las camas de los hospitales y las plantillas de trabajadores, aumentaban las listas de espera. En 2017, el 60,35% del gasto sanitario en la Comunidad de Madrid fue a parar a manos de empresas privadas.

Actualmente y en medio de toda esta situación, hay clínicas privadas que han presentado expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE), justo en un momento en que todos los esfuerzos, públicos y privados, se deberían  poner al servicio de la ciudadanía para frenar esta pandemia. De hecho, la sanidad privada está atendiendo solo un 10% de los casos totales de pacientes contagiados en UCIs cuando el sector tiene un tercio de las camas hospitalarias.  Por su parte, la patronal calcula que solo en los centros con internamiento de pacientes, los afectados por el ERTE podrían ser 28.000 empleados.

Además, en los últimos días, coincidiendo con la apertura del hospital instalado en el recinto de IFEMA, se ha planteado la posibilidad de que la atención primaria quede descapitalizada ante la demanda de que sea este nivel asistencial el que proporcione la mayor parte de los recursos humanos que la dotación de este macro hospital necesita. Desde Asistencial de Atención Primaria (SERMAS) denuncian que de ponerse en marcha la medida de disminución de efectivos profesionales  "se desestabilizarían los Centros de Salud y los circuitos de atención y seguimiento implementados en los últimos días en relación con la crisis sanitaria COVID-19 y constituiría un error de consecuencias irreparables no solo para pacientes de coronavirus sino también para el resto de la población".

El personal sanitario necesita urgentemente recursos materiales y profesionales. Como ya sabrán, el personal sanitario está trabajando sin el material necesario y cada día sube más el número de contagios. Alrededor del 13% de todos los contagiados en España son sanitarios. Superamos en el dato a nuestro país vecino, Italia, donde el porcentaje de afectados en el sector de la salud es de un 8%. Faltan las batas impermeables, los guantes de nitrilo, las mascarillas adecuadas, incluso las quirúrgicas en algunos centros... Dicen que el material va a llegar, igual que los test, pero lo cierto es que no llega y son personas anónimas y algunas empresas quienes están poniendo la solidaridad y el conocimiento a disposición del bien común.

En medio de toda esta situación todavía tenemos que aguantar reproches desde la Comunidad de Madrid y el Partido Popular al Gobierno Central. Estamos hartos y sufriendo, no necesitamos ser partícipes de este circo, hablen de estos asuntos a puerta cerrada y tengan respeto por quien se está muriendo. Aunque la extrema derecha está sacando toda su artillería para desprestigiar al Gobierno, a Unidas Podemos y especialmente a las feministas, no es momento para este tipo de ataques, sino para remar en la misma dirección, un gesto muy patriota, por otro lado. Por pedir que no quede.

Cuando todo esto pase, es necesario que blindemos la sanidad púbica universal y que se haga un pacto de Estado en este sentido para que no vuelva a suceder lo que estamos viviendo, para que nadie pueda sufrir más o morir directamente porque no hay camas o respiradores suficientes para entenderles. No podemos saber aún cuanta gente se podría haber salvado de tener una sanidad sólida, pero todo apunta a que estaríamos hablando de otra cifra bien distinta.

Cuando pase la pandemia, habrá que recordar el proyecto de privatización del PP. Hacer cálculos sobre qué situación hubiéramos tenido de no haberse puesto en manos de empresas privadas la gestión de los hospitales públicos madrileños. Cuando todo esto pase, y podamos abrazar a nuestra gente querida y retomar nuestras vidas, tengamos presente que no debemos olvidar más.

Aplaudimos a diario a ese personal sanitario que se está dejando la vida; pero es bien importante defenderles cuando todo esto haya acabado, seguir luchando por una sanidad pública universal, que no deje a nadie atrás. De poco servirán nuestros aplausos y vítores nocturnos si el día de mañana olvidamos.

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