Dos aspectos concretos e inmediatos pueden contribuir en un sentido o en otro a inclinar la balanza electoral del 4M. Uno, cuáles son las claves de la identificación de las izquierdas y las posibilidades de ascenso participativo, incremento de los electorados progresistas y, por tanto, de conseguir su victoria electoral. Y dos, cuál es exactamente la opinión y los deseos de la población, muchas veces tergiversados, sobre dos temas entrelazados que definen el modelo social progresista y alternativo a Díaz Ayuso, la líder de las derechas: refuerzo de los servicios públicos y suficiencia fiscal.
O sea, la polarización política es entre una opción de progreso, protección pública e igualdad, y otra de involución social y democrática y privilegios de las minorías pudientes. La tercera opción intermedia, de Gabilondo, si no rectifica, le rectifican, lo suplantan o lo complementan va a ser difusa, poco creíble y perdedora.
Dejo al margen un aspecto importante ya tratado en el artículo La difícil unidad progresista: la colaboración mínima imprescindible entre las tres formaciones de izquierdas, particularmente entre Más País y Unidas Podemos, cuya suma electoral se acerca a la representatividad del Partido socialista, y aun reconociendo los errores y limitaciones de la estrategia continuista de Gabilondo, que solo se podrán corregir parcialmente a la vista de los resultados del 4M con la configuración de un gobierno de coalición de izquierdas.
Expongo una serie de gráficos, basados en datos del CIS, del Avance de resultados del estudio 3317 preelectoral de las elecciones autonómicas 2021 en la Comunidad de Madrid, de marzo de 2021, y con elaboración propia. Destaco los datos más significativos, con el comentario de los aspectos más relevantes de esos dos apartados, en especial los referidos a las fuerzas progresistas.
Hay dos aspectos destacables en este gráfico sobre la autoubicación ideológica de las bases electorales de las tres formaciones progresistas, con referencia al voto que emitieron en las elecciones autonómicas de 2019. Primero, la gran polarización ideológica entre las formaciones progresistas, cuyo grueso electoral se considera de izquierdas, y las bases sociales de las derechas. El centro puro se sitúa en el 5,5, ya que la escala es de 1 a 10, pero no hay grandes fluctuaciones entre los dos bloques. El PSOE tiene menos del 10% en los segmentos 6 y 7, y MM y UP apenas tienen representatividad en esos segmentos de centro derecha y derecha. Es decir, la gran mayoría de esos segmentos del 6 al 10 son votantes de las derechas. Los electorados de UP, MM y PSOE se consideran, muy mayoritariamente, de izquierdas. O sea, no hay transversalidad ideológico-política y hay dos campos sociopolíticos definidos por su identificación ideológica en el eje izquierda / derecha. En el PSOE hay algunos (tramo 5 y 6) que se auto ubican en el centro y en UP y MM, apenas unos pocos.
Segundo, merece la pena constatar las pequeñas diferencias entre los electorados de las tres formaciones en su autoidentificación ideológica, considerando el segmento 1 de izquierda radical, el 2 y 3 de izquierda transformadora y el 4 y 5 de izquierda moderada. Pues bien, la base social de UP se concentra en los tramos 1 a 3, la de MM de 2 a 4 y la del PSOE de 3 a 5 (aunque tiene también representatividad en los tramos 1 y 2). En este caso, son segmentos ideológicos compatibles entre sí y con su representación política, o sea, pertenecen al mismo espacio político.
Es curioso que más de un tercio de las personas que se auto ubican en la izquierda radical siguen votando al PSOE y un tercio votan a UP, más del doble que a MM. UP es mayoritaria en el segmento 2 de izquierda transformadora, con una ventaja de diez puntos sobre el PSOE y MM, aunque en el segmento 3, la representatividad es similar entre MM y UP y es mayor en el PSOE. En la izquierda moderada (4 y 5) hay una ligera ventaja de MM sobre UP, pero la diferencia más sustancial es entre ambos y el PSOE que triplica su apoyo social. En todo caso, sumadas las bases electorales de MM y UP de izquierda radical e izquierda transformadora (entre el 40% y el 50%) suman más que las del PSOE (entre el 26% y el 40%), y su flanco débil está en el segmento 5, el más moderado de la izquierda (apenas un 7% entre ambos).
Por último, el 23,4% del electorado socialista no se pronuncia, mientras en el caso de MM y UP solo es una minoría escasa, entre el 1,7% y el 2,7%., o sea, casi la totalidad de ambos electorados se definen en ese eje izquierda / derecha que contrasta con lo que luego veremos de su pertenencia de clase.
El siguiente gráfico representa el porcentaje de abstención y de voto dudoso (no sabe y no contesta), por clase social, en la distribución convencional que hace el CIS. Están claras las diferencia por clase social. Casi el 40% de la clase baja/pobre y el 30% de la clase media-baja y la clase trabajadora se declaran abstencionistas o tienen dudas sobre su voto, a diferencia de las otras dos clases acomodadas que lo tienen más decidido.
En este gráfico del voto progresista por identificación subjetiva de clase he agrupado en el ámbito de clases trabajadoras (en plural) las tres categorías (media-baja, trabajadora y baja/pobre), con lo que es más fácil comparar los tres grandes conglomerados por clase social. Como se ve, en el total de electorado, casi el 95% se identifican con una clase social, con un porcentaje muy superior de pertenencia a la clase media-media (55,6%) respecto de a las clases trabajadoras (31,5%). Muy amplio es también ese porcentaje en el electorado del PSOE que se define (85,5%), con una identificación muy mayoritaria a las clases trabajadoras (más del 60%). En el caso de UP llegan a ser más del 82% de las personas que se pronuncian y en el caso de MM el 62%. O sea, los electorados de las tres fuerzas incrementan su pertenencia subjetiva a las clases trabajadoras, llegando al doble de la identificación con la clase media-media en el PSOE y MM y casi al triple en el de UP, respecto de la media poblacional. En ese sentido, tal como he analizado en otra parte, las bases sociales de progreso son mayoritariamente de izquierdas y de clases trabajadoras, a diferencia de otras versiones que ponen el acento en su composición de clase media y ambigüedad ideológica transversal.
Por tanto, respecto de la pertenencia de clase social, hay algo más de transversalidad, sobre todo en las bases sociales del PSOE y MM y, en cierto sentido, en las de VOX, con una representatividad significativa en los cinco grupos sociales, aunque en general hay una clara y mayor pertenencia de clase alta/media-alta y media-media a las dos derechas y de media-baja, trabajadora y baja/pobre a las tres izquierdas. O sea, la identidad de clase social sí se correlaciona con el voto político. En este sentido, cabe resaltar el gran apoyo a UP (24%), mayoritario, incluso por encima del PSOE (22,1%), en la autoidentificada como clase trabajadora, así como en la percibida como clase baja/pobre (17,2%), en este caso también por encima de MM (15%), que prácticamente duplica a UP en los otros tres segmentos de clase alta/media-alta, media-media y media-baja.
Un dato destacable es el alto porcentaje de las bases sociales de MM (45,2%) y UP (48,2%) que no se definen en su identificación subjetiva de clase social, es decir, no se pronuncian sobre esa variable identificadora, lo que significa que dudan, no saben autoubicarse en ese plano o no le dan relevancia, lo que no quiere decir que se sientan pertenecientes a la clase media-media. En ese sentido, es más probable que este hecho se refiera a gente joven y estudiante, mayoría en esos electorados de las fuerzas del cambio, normalmente sin emancipar de la vivienda familiar, aunque con un sentido de pertenencia distinto al de sus padres. Así, no se definen el 45,2% del electorado de MM y el 48,2% del de UP. Aunque, como decía antes, el grueso de esos electorados sí se auto ubican entre las izquierdas.
Dicho de otra forma, no son transversales en materia ideológico-política y el eje izquierda / derecha caracteriza sus opciones sociopolíticas y de pensamiento. Aparte están otras identificaciones como ecologista y feminista, en una combinación identificadora múltiple que he definido de progresismo de izquierdas, ecologista y feminista y tal como explico en mi libro Cambios en el Estado de bienestar con los datos del voto en las elecciones generales de noviembre de 2019. Mientras tanto, en el del PSOE solo se inhibe el 14,3% y en el total poblacional solo el 5,9%. O sea, la población adulta tiene más definido su sentido de pertenencia de clase social.
Por último, tiene interés el dato de la posición objetiva de clase social, que proporciona este CIS, y aunque haya que tener una visión compleja, procesual e interactiva de su combinación con la posición subjetiva y la experiencia relacional. Recojo solo el segmento de personas activas (ocupadas y paradas). Desecho la categoría de ‘inactivas’ (estudiantes, pensionistas y personas con trabajo doméstico no remunerado), más difícil de clasificar aunque en una posición más subordinada en el plano familiar, normalmente con menores recursos propios o dependiente del sistema de pensiones, lo cual induciría a incorporarlas a las clases trabajadoras.
No obstante, el dato más relevante para mencionar es el de la población extranjera, que al no tener derecho al voto en estas elecciones (sí en las municipales) no quedan reflejadas en estas estadísticas electorales. Según datos de la CAM de 2020, son un 15% de la población total, algo más del millón de personas, con una edad media de 34,9 años que rejuvenece la pirámide generacional; además el 81,6% está en edad activa (16 a 65 años), cuando en la población española es un 63,6%. Pues bien, el grueso de esa población extranjera es de origen inmigrante y pertenencia a las clases trabajadoras, es decir, su porcentaje total subiría al 60% real, (con un 30% a la clase media-media y un 10% a la clase alta-medio-alta). Es una cifra más afín a otros análisis más completos sobre esa distribución en clases sociales, tal como explico en el libro citado. Hay que remarcar el déficit democrático y de influencia institucional por la infrarrepresentación de las clases trabajadoras y de segregación en la participación política que beneficia a las derechas, por lo que no sorprende su intransigencia participativa y su racismo segregador que podría condicionar su ventajismo en el poder institucional.
Por otro lado, aunque es discutible el enfoque metodológico del CIS en esta clasificación y con esas reservas, nos sirve aquí para comparar posición objetiva con la identificación subjetiva de clase y cómo afecta al apoyo a las fuerzas progresistas. Pues bien, contrastando con los datos totales de identificación subjetiva tenemos que un 13% de personas de clases trabajadoras no se identifican con su clase social objetiva y se consideran pertenecientes a la clase media-media que se ve engordada en casi diez puntos.
El refuerzo de los servicios públicos y la suficiencia fiscal
En primer lugar, expongo un gráfico, con una elaboración propia a partir también de datos del CIS (estudio 2930 de enero de 2012), sobre la posición de la población ante el gasto público social (%), vinculado con la actitud ante la presión fiscal. Se trata de ver la evolución de este tema crucial y clarificar el actual debate sobre la contundente negativa de las derechas y el propio Partido socialista (claramente el equipo económico del Gobierno) a la subida de impuestos.
Para ver la evolución de su impacto, podemos citar la encuesta de la OCU, publicada a mitad de este periodo, en marzo de 2016, en la que el 67% de la población cree que es necesario pagar impuestos, si se quiere seguir teniendo servicios públicos. Es más, un 85% de los encuestados preferiría pagar más impuestos si eso supusiera una mejora en los servicios públicos que reciben los ciudadanos.
Con datos más completos y actuales tenemos el estudio nº 3259 del CIS sobre Opinión pública y política fiscal (septiembre-octubre 2019). En este gráfico he agregado los datos en las tres opciones básicas. Hay una mayoría (42,9%) partidaria de mejorar los servicios públicos aunque haya que pagar más impuestos, clásica entre las izquierdas; una minoría (18,01%), que prefiere lo contrario, pagar menos impuestos aunque haya que reducir los servicios públicos, normal entre los sectores acomodados de las derechas; y una posición intermedia (31,2%) que opta por pagar lo mismo, manteniendo servicios públicos, típica de las clases medias (y con expectativas de un refuerzo privado)... y el dato en que se apoya la propuesta de Gabilondo y Calviño. Los porcentajes son algo diferentes a los arriba mencionados de hace casi una década.
Pero hay que hacer una observación importante que determina las respuestas. En este caso, la pregunta es más personal ‘pagar más impuestos’, lo cual para muchas capas populares sería injusto y así se expresan en las encuestas: no hay que incrementar la presión fiscal a las rentas bajas y medias. La cuestión fundamental es a quién se sube (cosa que es más abierta en la encuesta anterior), además de evitar el fraude fiscal. Así, si se pregunta si se es partidario de subir impuestos a los ricos y particularmente los impuestos directos de sociedades y patrimonio y el más progresivo del IRPF a las rentas altas, en vez de los indirectos (IVA...), más regresivos y que afectan a las capas populares, la amplia opinión ciudadana es contundente a favor de esas subidas de impuestos para garantizar los servicios públicos. Es la opción de la izquierda transformadora.
La actitud progresiva está más diáfana en el siguiente gráfico donde se expone la posición de la población sobre si los impuestos dedicados a los servicios públicos son demasiados, los necesarios o muy pocos: una mayoría entre el 50% y el 62% considera que son insuficientes en las cinco áreas clave: enseñanza, sanidad, protección al desempleo, vivienda y seguridad social/pensiones; para una minoría entre el 1% y el 4% son demasiados, y menos de un tercio, entre el 26,8% y el 34,5%, considera que son los necesarios. Y esta opinión es antes de empezar la pandemia y la actual crisis sanitaria y social, en la que se han puesto de manifiesto las grandes insuficiencias de nuestros sistemas de protección pública y la necesidad del incremento de su refuerzo.
En definitiva, hay una mayoría social, en torno a los dos tercios de la población partidaria de un modelo social y fiscal progresivo, con suficiente representatividad y legitimidad democrática para implementar un cambio de progreso confrontado con el modelo regresivo, segregador y autoritario del Partido Popular de Ayuso. Las izquierdas deben ganar el 4M e implementar un proyecto democrático, solidario e igualitario.
Comentarios
<% if(canWriteComments) { %> <% } %>Comentarios:
<% if(_.allKeys(comments).length > 0) { %> <% _.each(comments, function(comment) { %>-
<% if(comment.user.image) { %>
<% } else { %>
<%= comment.user.firstLetter %>
<% } %>
<%= comment.user.username %>
<%= comment.published %>
<%= comment.dateTime %>
<%= comment.text %>
Responder
<% if(_.allKeys(comment.children.models).length > 0) { %>
<% }); %>
<% } else { %>
- No hay comentarios para esta noticia.
<% } %>
Mostrar más comentarios<% _.each(comment.children.models, function(children) { %> <% children = children.toJSON() %>-
<% if(children.user.image) { %>
<% } else { %>
<%= children.user.firstLetter %>
<% } %>
<% if(children.parent.id != comment.id) { %>
en respuesta a <%= children.parent.username %>
<% } %>
<%= children.user.username %>
<%= children.published %>
<%= children.dateTime %>
<%= children.text %>
Responder
<% }); %>
<% } %> <% if(canWriteComments) { %> <% } %>