Otras miradas

Yolanda Díaz, Sumar, una historia de Star Wars

Guillermo Zapata

Guionista. Exconcejal del Ayuntamiento de Madrid

Yolanda Díaz, Sumar, una historia de Star Wars
Lucasfilm/Disney

El pasado viernes día 8, Yolanda Díaz presentó "Sumar", la plataforma que inicia ahora una fase de escucha de seis meses con el objetivo de afrontar cuatro grandes desafíos: la desafección política; el cierre del ciclo político anterior y la apertura de un ciclo nuevo; la ofensiva cultural de las derechas; y la construcción de un horizonte político que apunte al futuro en un contexto de mucha fragilidad y vulnerabilidad, lleno de incertidumbres.

Una historia de Star Wars es el nombre comercial que se le han puesto a las películas de Star Wars que no forman parte de ninguna de las tres trilogías que conforman el corpus central del ese universo. Son, digamos, la periferia del mismo. Por el momento consta de dos películas: Solo (2018), la precuela que cuenta la juventud de Han Solo y Rogue Uno (2016) Las dos son películas complicadas. Fueron complicadas en su producción, tuvieron un resultado de taquilla poco satisfactorio, no son las más valoradas por la crítica precisamente por su condición heterodoxa y nacen en un momento particularmente difícil. Fueron creadas durante el fin del ciclo político de Obama o directamente en plena "era Trump". También se hacen cargo de la gran ola feminista que ha atravesado el planeta (y con ello también el mainstream) y en buena medida se las ha atacado también por eso.

Mientras Solo es una historia que aparenta ser puro escapismo y aventuras para esconder un fondo más triste sobre la relación entre perdida, cinismo y el fin de la esperanza, Rogue One se hace cargo de un momento de desorientación política brutal de las fuerzas progresistas con la misma intensidad con la que el Star Wars del 77 sublimaba la contracultura y las guerrillas anticoloniales con Jedis y Alianzas Rebeldes.

Hay algo en las dos películas que me ha recordado profundamente a los desafíos de la propuesta política de Yolanda Díaz y el nacimiento de la plataforma Sumar.  En Rogue One el problema fundamental tiene que ver con organizar la posibilidad de victoria cuando la relación de fuerzas no está a tu favor y cuando acarreas los dolores y las pérdidas del ciclo anterior. Al final del segundo acto hay una asamblea de los rebeldes en las que las distintas figuras de la República Galáctica caída (ahora rebelión galáctica) exponen sus posiciones. Tienen miedo, están dolidos, rotos por dentro, proponen dispersar las fuerzas, esconderse o aguantar manteniendo las débiles posiciones de poder que aún mantienen en el Senado. No son personajes cínicos. No hablan desde ahí. Sus dolores son reales. En las películas anteriores les hemos visto perder a amigos y familiares. Sabemos que muchos no llegarán a ver la caída del Imperio. Hay momentos increíbles en los que todo se reduce a "ellos tienen fuerza, nosotros no". El no tan viejo " ellos tienen todos los medios".

La única voz de rabia y esperanza es la de Jyn Herso. Jyn no es más optimista, pero parte de una posición irrenunciable. Dice que no hay que pensar en si se tiene posibilidad o no, sino en que no hay alternativa. "El gobierno de coalición no se va a romper, porque es la única alternativa"- decía Yolanda Díaz esta semana antes del Debate del Estado de la Nación.

Para Jyn Herso conseguir los planos de la Estrella de la Muerte es demostrar que se puede seguir peleando. Su intervención termina diciendo "las rebeliones se construyen con esperanza". Jyn, sin embargo, no consigue ganar la asamblea. Demasiado miedo, demasiado resentimiento. Para demostrar que lleva razón tiene que empezar el camino por su cuenta con aliados que están luchando, básicamente, contra la posibilidad de rendirse y volverse unos cínicos. Caspian, un asesino que está a punto de abandonar la rebelión, le dice "no podría mirarme en el espejo si lo dejo ahora".

Mientras tanto, en Solo nos encontramos con otro problema. Este no es tanto relacionado con la confusión, la dificultad para construir una alianza o la percepción de que la mejor forma de defender un objetivo es traicionarlo en su apariencia. El problema es de velocidad. El Halcón Milenario está escapando de las minas de Kessel, el Imperio Estelar bloquea las salidas, así que tienen que construir un atajo, para ello tienen que meterse en "El Maelstrom". Una jugada arriesgada, una locura. El Halcón es rápido, pero si no consigue llegar a plena potencia antes de que las lenguas de tormenta del Maelstrom lo atrapen, se quedará atrapado en el interior y terminará por ser consumido. La única manera atravesar el Maelstrom es con un mapa. El mapa en cuestión no lo tiene Han Solo, ni Chewbacca, ni ninguno de los héroes habituales de Star Wars. Lo tiene un robot que es pura heterodoxia: L3.

L3 es una especie de revolucionaria feminista con la voz de Phoebe Waller Bridge que lucha por la liberación de los androides y que tiende a ser pendenciera, sexy y dada a las causas perdidas. Pero tiene el mapa. En Solo, ese mapa, el cerebro de L3, es transferido al sistema operativo del Halcón Milenario (Si, el Halcón Milenario no es un chico)

El Maelstrom no es más que el peso de lo anterior que gravita sobre sí mismo y termina por sucumbir a su propia inercia, como una agujero negro. E igual que un agujero negro atrae a los sujetos a su alrededor. No se puede escapar del Imperio sin cruzar el Maelstrom, sin reconocerlo, sin entender de dónde viene, por qué hace lo que hace. Reconocer, si se quiere, que también somos un poco nosotros el Malestrom, pero no se puede ganar sin salir de él y no se puede salir de él sin los conocimientos de los nuevos sujetos. Sin un nuevo mapa operativo.

Entre esos límites se juega, precisamente, la chispa de esperanza necesaria. Creo que es bueno pensar las posibilidades de transformación del presente desde esas dos películas periféricas, heterodoxas, poco conocidas, porque en el fondo son las tripas invisibles de esas trilogías en las que los buenos ganan a los malos casi por inercia. En las que no hay jamás sensación de derrota, sino una línea recta hacia la victoria.

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