Otras miradas

Tik Tok y el derecho a los vídeos de gatitos

Nagua Alba

Psicóloga. Exdiputada en el Congreso.

Tik Tok y el derecho a los vídeos de gatitos
Imagen del Youtube del canal de Nenuco Bebe Baby Nenuco

Hace varias semanas que me cruzo recurrentemente con un extracto de una entrevista en vídeo a la polifacética modelo y escritora Sofía Aragón. En él, la mexicana afirma que "el mundo no puede con un tiktoker más" para desarrollar su tesis de que lo que se hace en redes sociales como Tik Tok "es bueno para el entretenimiento, pero no genera un valor para la sociedad, solo entretiene. Y lo malo de entretener a otros es que les quitas tiempo de lo que sí importa".

Me llama la atención especialmente que quienes comparten la disertación de Sofía Aragón sean sobre todo perfiles explícitamente de izquierdas. Que empresas como Tik Tok (o Meta) son algo bastante cercano a la encarnación del mal sobre la tierra me parece poco discutible, pero precisamente por eso creo que es muy cuestionable que la mejor crítica que se les pueda hacer desde la izquierda sea la misma que en el siglo XVII se le hacía a la novela, para después pasar a hacérsela a la radio y más tarde a la televisión: que nos atonta y nos hace perder el tiempo. Pero, ¿qué es eso de perder el tiempo?

No me escondo: yo invierto un no desdeñable porcentaje de mi tiempo libre diario en ver vídeos en Tik Tok de gatitos haciendo maldades, erizos que se bañan en bañeras, osos panda abrazados y alpacas bien peinadas (sí, el algoritmo es tan fascinante y aterrador que a veces detecta que te van a flipar cosas que ni siquiera sabías que existen). Y defiendo que no he perdido ni uno solo de esos placenteros minutos dedicados a despertar mi ternura y reír un poco. Releo al bueno de Paul Lafargue y estoy segura de que si levantara la cabeza se descargaría Tik Tok o la aplicación para el móvil de YouTube y nos repetiría aquello de que "la moral capitalista, lastimosa parodia de la moral cristiana, anatemiza la carne del trabajador; su ideal es reducir al productor al mínimo de las necesidades, suprimir sus placeres y sus pasiones y condenarlo al rol de máquina que produce trabajo sin tregua ni piedad."

Decía que Tik Tok (o Meta) es algo así como el mal encarnado, pero en absoluto porque nos robe nuestro tiempo, sino porque nos roba nuestra intimidad. Precisamente este mes, y a consecuencia de una investigación de oficio abierta por la Agencia Española de Protección de Datos, junto a varias agencias europeas más, la plataforma ha tenido que paralizar un cambio en su política de privacidad que iba a permitirle robar nuestros datos sin permiso para generar perfiles publicitarios. Y es que está muy bien que Tik Tok sepa aprender lo fascinantes de pueden resultarnos las alpacas bien peinadas y nos ofrezca horas de entretenimiento feliz, lo que no está nada bien es que trafique con esa información para que pueda convertirse en publicidad segmentada que dirija nuestro consumo aprovechándose de nuestras vulnerabilidades, anhelos y emociones. Las plataformas de redes sociales, al igual que la televisión o cualquier otro medio de comunicación de masas, entrañan grandes peligros (no solo para nuestra intimidad) como el fomento de los trastornos de la conducta alimentaria, el cultivo de expectativas irreales, la apología de la violencia o la positividad tóxica entre muchísimos otros. Pero la solución nunca pasará por culpabilizar a quienes hacen uso de ellas para poder distraerse y descansar de una vida que nos deja muy poco espacio para ello, sino por educar consumidores y consumidoras críticas y legislar para que estas empresas no puedan caer en prácticas abusivas. Tampoco pasa por reprimir nuestra voluntad de disfrute no productivo. "Lo que sí importa" es todo aquello que pueda hacer nuestra vida un poco más feliz, a veces será un buen libro o un documental, otras pasar tiempo con la gente a la que queremos, y algunas, ver durante una hora vídeos de recetas que nunca vas a cocinar porque mezclan bacon con chocolate. Y si la izquierda sigue sin entender esto, nos la colarán otra vez mientras gruñimos.

Menos moralismo cristianocapitalista, más legislar para proteger nuestros datos, y por supuesto, muchos, muchísimos más vídeos de gatitos.

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