Otras miradas

Marta y el Apocalipsis: Marta contra Zooooort (Capítulo V)

Guillermo Zapata

Escritor y guionista

Capítulo V
Capítulo V

Este texto es la continuación de 'Marta y el apocalipsis', el relato por entregas del escritor y guionista Guillermo Zapata. Puede leer la primera parte aquí; la segunda, aquí;  la tercera, aquí, y la cuarta aquí.
O puedes leer este resumen: 
Marta, su perro parlante Woke y un joven fan de Zooooooort llamado Pelayo se dirigen a enfrentarse  al dios Zooooooooort a la zona oficial de sacrificios de la Comunidad de Madrid. Allí esperan encontrar a "Tres", la que, según la profecía de la compañera de piso de Marta, Julia, será primero enemiga pero después aliada. Esperemos que así sea.

La "Zona Oficial de Sacrificios de la Comunidad de Madrid" era una mezcla entre feria comercial, plató de televisión pocho y panic room venida a menos. Había pósters de Zoooooooort y de los héroes que luchaban contra Zoooooort (con dibujos que se parecían entre poco y nada a Marta -ni a nadie que Marta hubiera conocido jamás) junto con publicidad institucional y stands de venta de productos "Sero Corp". Había también una zona de sacrificios que simulaba una pirámide egipcia – por algún motivo que tampoco estaba demasiado claro-, y unas tumbas de "corchopan" dónde podías tumbarte y unas lucecitas LED te "Zooooortbificaban". Un esperpento, vaya. Hasta ahí todo relativamente normal, el problema es que, además de eso, habían irrumpido los tentáculos reales del Zooooort real que se estaba desplomando desde el cielo como una baba de color rosado tumefacta y abotargada.

Al principio, los presentes en la zona de sacrificios habían considerado aquello una mejora sustancial en los efectos especiales de la "experiencia Zoooort", pero después de que un chaval hubiera sido abducido por uno de los tentáculos entrando por sus cavidades nasales, a todo el mundo le había dejado de hacer gracia aquello y había optado por chillar de terror y salir corriendo. Así que cuando Marta, Woke y Pelayo llegaron al edificio lo que quedaba era la ruina de lo que ya de por si era bastante ruinoso. En medio de esa ruina, sin embargo, estaba Tres, erguida como una amazona, enfrentando con pose guerrera y las manos desnudas a Zoooooort. A decir verdad, si se parecía un poco a los dibujos de las paredes, lo cual era... Reconfortante.

Pelayo inauguró su llegada con un grito que era una mezcla entre emoción desbocada y terror absoluto. Digamos que empezaba lleno de entusiasmo ante la visión de Zooooort (al menos de una pequeña parte del mismo); después, su cerebro tomaba posesión de sus impulsos, el gritito inicial se iba apagando hasta una especie de silbido parecido al acople de un amplificador y, posteriormente, se volcaba sobre la realidad con un grito desgarrador.

Woke miró hacia arriba e hizo un gesto de desaprobación. No iba a hacer carrera de ese muchacho.

Marta cruzó la sala en dirección a Tres. Se pusieron una junto a la otra. Woke se había quedado prudentemente atrás, algo que Marta decidió apuntarse mentalmente por si en un futuro tenían que discutir sobre valentía y cuestiones de género. Por otro lado, era dudoso que fuera a existir algo parecido a un futuro a tenor de la cantidad y tamaño de los tentáculos que iban tomando el hall de la sala de sacrificios.

– Tú eres la de la nave industrial, ¿no? – dijo Tres.

– Estaría bien que ahora no me intentaras pegar – contestó Marta.

– Yo no te intenté pegar – dijo Tres – saliste corriendo.

– Porque me ibas a pegar – Insistió Marta.

– No es verdad. Sólo dije "Sólo puede haber uno".    Es una frase de "Los Inmortales". No iba a pegar a nadie. Pensaba que esto no era más que un juego.

Woke decidió que era el momento de intervenir.

– ¡Sólo puede quedar uno! No haber. Quedar. La frase digo, que no es así.

Dio un par de vueltas sobre sí mismo y se metió detrás de Pelayo, que estaba temblando.

– Cambian todas las películas – murmuró Woke. – A las de los ochenta le tienen especial manía. ¿Has visto Cazafantasmas?

Pelayo hizo gesto de que no con la cabeza. Estaba llorando.

– Entonces... ¿No me ibas a pegar? – El pasado cercano se estaba redefiniendo en la mente de Marta y llegando a conclusiones inquietantes – Pero... ¿Tú no eres un héroe?

– ¿Qué? No. O sea... No sé.

Tres sonaba tan perdida como Marta misma. Los tentáculos, por su parte, avanzaban con lentitud, pero determinación. Un pequeño zarcillo se estaba enredando en el pie izquierdo de Tres Leeeeentamente.

– ¡Pero ¡cómo que no! – Marta decidió perder los nervios antes de perder la vida – ¿Pero entonces?

– ¡Se suponía que ésto era un juego, joder! ¡Algo divertido para pasar el verano! – Dijo Tres aportando su propia dosis de pánico.

– Pero si estás aquí tan, tan... Tan heroica.

– Eso es porque hago "Cosplay".

Marta no estaba para aprender nuevos conceptos. Optó por darle un pisotón al tentáculo que avanzaba por encima de las Martins de Tres. El tentáculo reculó haciendo un ruido siseante. No importaba, casi todo el hall era ya tentáculo.

– Me disfrazo de personajes de la cultura popular – dijo Tres.

Marta sintió que el mundo le tiraba un saco de piedras.

– ¿Y qué haces aquí entonces? – dijo.

– Me apunté a jugar a través de mi Sero y cuando se abrió así el cielo pensé que era una fase especial o algo así. Así que pensé que aquí sería dónde se resolvería todo. Al llegar me... Me quede paralizada por el miedo.

– ¿Y ahora que tal estás? – dijo Marta.

Como respuesta, Tres se dio la vuelta lentamente. Marta tampoco pensaba esperar mucho más allí.

– A correr – murmuró. Y las dos salieron corriendo como si las persiguiera... Bueno, un dios aniquiliador.

Woke decidió que tampoco tenía un interés especial en quedarse por la zona y salió corriendo, aunque dedicó antes unos gruñidos a Zooooooort para afirmar su hombría. Pelayo seguía sentado en el suelo, llorando, cuando Tres lo agarró en volandas con sus enormes brazos y lo sacó de allí. Los tentáculos no se movieron. Al menos no más rápido de lo que habían hecho hasta ahora. Se limitaron a ir ocupando el conjunto del hall, ramificándose y llenando el espacio de protuberancias rosadas como capullos de unas flores que aún no han nacido. No. Zooooort no tenía prisa. Cuando eres un dios lo que te sobra es tiempo.

Marta, Tres, Woke y Pelayo entraron en casa de Marta formando una especie de "conjunto". Intentaron entrar todos a la vez, fueron expulsados por la puerta, lo volvieron a intentar y finalmente se desparramaron contra el suelo. Marta volvió a pensar en lo mucho que corría cuando tenía miedo. Quizás eso era lo que les pasaba a los runners, que tenían miedo de algo invisible y por eso estaban todo el día de un lado a otro a toda velocidad. Era una hipótesis interesante, pero desde luego para otro momento.

En el salón de la casa de Marta se encontraron a Juls. Estaba haciendo yoga.

– ¡Julia! – dijo Marta, sacándola del trance – ¿No estabas de festivales?

– Cuando llega el apocalipsis se suspenden los festivales. Bueno, no todos. La semana que viene todavía hay un par de optimistas. ¿Se puede saber qué ha pasado?

– Creo que he convertido a Zoooort en real – dijo Marta. Sintió que toda la sala la miraba y la culpaba.

– ¿Tú crees? – dijo Julia – Yo no he notado nada.

– Creo que sí. Y no... No podemos matarle. Esta es Tres. No es una heroína, Juls. Hace Cosplay. Se disfraza.

– Yo la veo estupenda – dijo Juls guiñando un ojo.

– Julia – dijo Marta con severidad.

La mirada de Julia le recordó a Marta que quizás debía soltarse un poco el pelo de vez en cuando, que no todo era tan serio e importante, pero es que resulta que el fin del mundo era bastante serio a la par que importante y, sin duda, inminente.

Tres se acercó y le tendió la mano a Juls. Se quedaron mirando. La tensión era evidente.

– Tijeeeeeeeeeras – dijo Woke. Y dio vueltas sobre sí mismo reproduciendo una mezcla entre un ladrido y una carcajada.

– ¡Woke!

– Son lesbianas – dijo de pronto Woke. Muy serio. Como si estuviera dando una clase en la universidad de algo que nadie nunca jamás se hubiera parado a pensar.

Marta sintió de nuevo ese saco de ladrillos que el mundo le estaba tirando.

– Mirad, yo entiendo que no queráis hacer nada, es... peligroso y... Bueno, yo tampoco sé lo que hay que hacer, pero es mi responsabilidad.

– Algo hay que hacer – Quién hablaba era Pelayo. Estaba sentado en el sofá con las piernas puestas encima de los cojines y el aspecto de haber superado varias enfermedades crónicas bastante graves – Esa cosa va a comernos muy despacio.

– Pero... ¿Se le puede matar? – dijo Tres.

Marta recordó algo.

– No. No se puede. Al menos en la documentación que encontré yo lo que se sugería era que el dios Zoooooort no era... Mortal. Ni Inmortal. Es un dios. Es otra cosa. Entiendo que era documentación que Sero tenía para el juego, pero... No creo que haya cambiado. Quiero decir que el Zooooort real no debe ser muy distinto, ¿no?

Miradas de incredulidad e incomprensión. Marta decidió que lo que ella tenía era, al menos, un tren de pensamiento. Si nadie aportaba nada mejor no iba a bajarse del suyo. Recordó otra cosa.

– Julia, ¿cómo era tú profecía?. Decía más cosas además de lo de Tres.

– ¿Salgo en una profecía? – dijo Tres.

– Una que hice yo – en un tono que sólo invitaba a encerrarse en una habitación a follar.

– ¿Cómo era? – apremió Marta.

Julia se concentró y empezó a recitar.

– "Seis serán seis y la tercera será enemiga a la par que aliada y el culo será movido, y la asignación se evaporará y habrá expedientes incoados y Marta se rebelará y el autor será humillado"- dijo.

Había pasado casi todo. Menos lo del expediente, la asignación y el culo en movimiento.

– ¡Un baile! – dijo Marta – El culo será movido. Es un... Un baile. No podemos matar a Zooort, pero quizás podamos.... No sé, cambiarlo. Con una danza. A los dioses se les hacen bailes, ¿no?

Algunas miradas habían crecido tanto en incredulidad como en incomprensión.

– ¿Que vamos a vencer a un dios con un baile? – dijo Woke.

– Yo un baile... – dijo Pelayo – No sé.

Sin embargo, Tres parecía animada.

– A mi bailar me encanta – dijo – Y me puedo disfrazar.

– Mis profecías no fallan – dijo Julia – y es verdad que dice "El culo será movido"

En ese momento algo se rompió en el interior de Woke y perdió los nervios.

– ¡Claro que sí! ¡A bailar todo el mundo! ¡A Bailar! Que baile James Bond también, y Stallone. John Mclane salió del Nakatomi plaza bailando, claro que sí. Marta, por favor, ponme Danko Calor Rojo en VHS y luego déjame morir. Por favor. Y Tango y Cash. Ponme Tango y Cash. Quiero quedarme JIDI. "Jodido Imposible de Identificar". Prefiero eso antes que enfrentarme a un dios bailando.

Woke Empezó a mear en el suelo, pero a Marta le dio igual. Tenían cosas que hacer. Y, mucho mejor que todo eso, tenían un plan.

[Terminará la semana que viene]

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