Otras miradas

Su querida patronal

Gloria Santiago

Vicepresidenta del Parlament Balear y diputada de Unides Podem

Este verano ha pasado algo significativo en España: hasta 73.000 empleos del sector servicios no se han cubierto. La sobrecualificación de la población y la importancia de la salud mental han impuesto límites y condiciones al mercado. Teniendo en cuenta que según el último estudio de la Universidad Autónoma de Barcelona, más de un 60% de los problemas de salud mental están relacionados con el trabajo, la gente ya no está dispuesta a trabajar a cualquier precio para, de todas formas, no llegar a fin de mes. Tanto es así, que el sueño de una casa propia se ha visto superado por el de una vida propia. Se quiere trabajar menos y además, disfrutar de una vida digna. Yo veo aquí una victoria social.

Millennials y Z somos generaciones, con razón, pesimistas con el futuro -más incierto que el que tuvieron nuestros padres-. Por eso, tenemos muy claro que hay que priorizar el bienestar y el derecho al propio tiempo. Esto es un palo en la rueda del capitalismo, que, precisamente, ha robado ambos derechos en aras del beneficio económico, solo disponible para unos pocos.

El último curso político podría ser decisivo en el cambio de paradigma social más importante de las últimas décadas. Y parece que puede salir del corazón del sistema: el trabajo. La subida del salario mínimo por encima de los 1000 euros y el seguir ahondando en la reforma laboral son cuestiones importantísimas que se están abordando desde el Gobierno -con frontal oposición de una patronal echada a los brazos del beneficio propio-. La cosa es que España es uno de los países europeos donde más horas se trabaja y es el pueblo el que está sacando la bandera del derecho al propio tiempo. Con esta impronta se podría, codo con codo, comenzar un camino sin retorno hacia un nuevo sistema: más sueldo, menos horas y unas condiciones laborales que permitan a la gente desarrollar sus propios proyectos de vida.

La resignificación del trabajo, a su vez, debería ser el comienzo también de algo más amplio: la resignificación de la economía, para darle un sentido social. ¿Acaso es la economía una mera operación matemática? ¿Tienen los índices económicos en cuenta la generación de bienestar? En esa línea, estoy con Christian Felber cuando dice que la economía es humanismo, no simples matemáticas. El problema de ponerla solo al servicio de los números es que los convierte en dinero y el dinero se convierte en un fin en sí mismo. Así, el capitalismo ha confundido, adrede, lo esencial, el fundamento principal de la economía no es hacer dinero sino generar bienestar.

Unidas Podemos empuja hacia el bienestar socio-económico del país con algunas medidas que cuentan con el rechazo de la élite económica. Primero: recuperando la soberanía energética. Interviniendo los precios de la electricidad y poniendo límite a los beneficios caídos del cielo. Segundo: devolviéndonos la soberanía popular. Alejando a las fuerzas corporativas de las decisiones a las sombras de un despacho. En Baleares lo estamos consiguiendo, y un buen ejemplo es que desde que Podemos gestiona la Conselleria de Agricultura en Baleares, el PIB del sector se ha multiplicado por dos. Escribo esto absolutamente convencida del papel fundamental que ha de jugar el sector primario en los próximos años, más después de la lectura del informe de Amics de la Terra, que afirma que el 99% de alimentos que podrían dar de comer a la población española podrían cultivarse aquí. Con todo, creo que sería buena noticia que la economía del futuro fuera menos global y más local. Hay algunos datos que así lo apuntan: en los últimos 4 años casi 300.000 personas se han empadronado en pequeños municipios, y de ellas un 45% tenían menos de 35 años. Son jóvenes que huyen de la precariedad y de la dependencia del mercado, apostando por la autosuficiencia.

La economía del egoísmo está condenando al ostracismo a las grandes ciudades, que no pueden resistir el empuje de la verdad: imposibilidad de adquirir o alquilar una vivienda, contaminación desmesurada, masificación, exceso demencial de estímulos y empuje al consumo desenfrenado. Como la hierba que nace entre el asfalto, la vida que merece ser vivida se abre paso a los márgenes de la economía de mercado.

Puede que estemos al albor de unas nuevas reglas de juego para el trabajo y la economía, las cuales exijan a los mercados sostenibilidad, solidaridad y respeto a los valores constitucionales.

Unidas Podemos es la única opción política que gobierna para postrar la economía al servicio de las grandes mayorías. A la contra reman en bloque PP, VOX, PSOE y su querida patronal. El asunto es complejo pero aquí dejo una frase de Chomski que me parece oportuna para terminar este artículo: "Si asumes que no existe esperanza, entonces garantizas que no habrá esperanza. Si asumes que existe un instinto hacia la libertad, entonces existen oportunidades de cambiar las cosas".

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