Otras miradas

Acuérdate, Jaume, de los ascos a la derecha extrema para luego recurrir a ella

Sergi Sol

Periodista

El líder de Unidas Podemos en el Congreso, Jaume Asens, ofrece una rueda de prensa antes de participar en la Junta de Portavoces del Congreso de los Diputados, a 29 de noviembre de 2022, en Madrid (España). -Marta Fernández / Europa Press
El líder de Unidas Podemos en el Congreso, Jaume Asens, ofrece una rueda de prensa antes de participar en la Junta de Portavoces del Congreso de los Diputados, a 29 de noviembre de 2022, en Madrid (España). -Marta Fernández / Europa Press

Una de las batallas más apasionantes de las próximas elecciones municipales se va a dar en Barcelona, que pasa por ser el último gran baluarte de la izquierda en el Estado.

Hay que contarlo en condicional porque, de hecho, Barcelona es la primera institución de peso donde se bendijeron los votos de la derecha extrema.

Cuando desde la izquierda se habla de cordones sanitarios a la extrema derecha habría, por lo menos, que admitir que los primeros en beneficiarse de ella fueron precisamente los que más dijeron combatirla. Y, en rigor, para ser honestos ese no es un dato menor.

Anda Jaume Asens en el Congreso con aspavientos por el siniestro papel que juega la derecha más dura, rasgándose las vestiduras con un verbo entre compungido y aleccionador. ¡Menuda impostura, Jaume! Pero si tú fuiste uno de los que más empujó para vetar a ERC y a Ernest Maragall, para comprar el cordón sanitario de Jaume Collboni y Miquel Iceta. Pero no para parar los pies a los fachas. Para nada. Fue para aliarse con 'la peor derecha de la ciudad' para establecer un cordón sanitario contra Esquerra Republicana de Catalunya. Esa es la pura verdad. Los primeros que blanquearon a la derecha extrema y antisoberanista fueron los Comuns en Barcelona y sin cortarse un pelo. Y tú, Jaume, estuviste a pies juntillas en eso.

Barcelona pudo ser gobernada, por primera vez, sin el concurso de CiU o del PSC tras las elecciones de mayo de 2019. En Barcelona ganó Esquerra Republicana seguida muy de cerca por la Barcelona en Comú de Ada Colau. Ambos sumaban 20 de los 41 concejales, juntos no tenían quien les tosiera ni alternativa posible. Insistamos, por primera vez, desde la República, la capital catalana podía ser gobernada por una coalición de izquierdas y soberanista. Era una oportunidad única. Y la desechó sin contemplaciones Ada Colau y su equipo. Con el entusiasta Jaume Asens a la cabeza.

Esa oportunidad de cambio la echaron por el barranco. La enterraron sin más los Comuns -por pura avaricia- para echarse en manos del PSOE y Manuel Valls. Fue grotesco a todas luces. Sobre todo si atendemos a que Ada Colau -a requerimiento del periodista Ferran Casas en una entrevista- hizo el papelón de su vida. Casas (Nació Digital) le preguntó a Colau, en ciernes de la contienda electoral, si estaría dispuesta a aceptar los votos del xenófobo y anticatalanista Manuel Valls para retener la alcaldía. Y Colau incluso se ofendió. No le dijo literalmente a Casas 'la duda ofende'. Pero casi. Tres días después se agarró a Valls como si nada, sin más. Luego cuando alguien se pregunta qué se hizo del espíritu del 15M que no nos vengan con monsergas. ¡Menuda trola!

Collboni, uno de los cocineros del pacto con Valls, aspira ahora a ser alcalde y según los últimos sondeos anda ya por delante de Colau y empatado con Maragall. Y lo puede ser, entre otras razones porque va a contar con el apoyo de los concejales que pueda sacar Xavier Trias (ahora en Junts). A los que por supuesto no va a hacer ascos. Al contrario. Ya han pactado ampliar el reparto del botín electoral por la puerta grande. Si hasta ahora se han llevado como un feliz matrimonio en la todopoderosa Diputación de Barcelona y en el grueso de los entes comarcales metropolitanos, ahora se frotan las manos pensando en el Ayuntamiento de Barcelona. Y, por supuesto, también el de Sabadell. Y porque no les va a dar para tanto en Terrassa (tercera ciudad catalana), que si salieran los números también pactarían.

Por lo menos, hay que cortarse un poco Jaume, que nadie está libre de pecado. Sólo que ese fue de los que entrarían en el capítulo de capitales. Valga la redundancia para todo lo que significa Barcelona. También para que no parezca que todos somos idiotas y que nos tragamos toda cuanta lección dais a cuenta de nuestro intachable compromiso democrático.

¡Venga, ya! En Barcelona, en mayo de 2019, se entonó una versión truculenta del '¡No pasarán!'. Los votos de la derecha extrema sirvieron a unos intereses muy concretos. A los de Colau para seguir al frente de la alcaldía, claro. Y al PSC para tomar las riendas a la espera de tiempos mejores para asaltar la alcaldía, esperando una oportunidad que ya ha llegado. Esta vez de la mano de Trias. Y tal vez del PP si se tercia alguna maniobra de investidura imprescindible. Sin descartar que, visto lo visto, ¿a qué estarían dispuestos Colau y los suyos para retener la alcaldía? Para luego, sin compás de espera, entonar la Internacional o recitarnos algo de Miguel Hernández.

Esto no lo arreglan ni pasando por el notario al estilo de Artur Mas. La hicisteis muy bestia, Jaume. Y lo peor es que probablemente no dudarías en repetir la jugada.

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