Otras miradas

¿Quién es más punk: Westwood o Lydon?

Silvia Grijalba

¿Quién es más punk: Westwood o Lydon?
La diseñadora y empresaria británica Dame Vivienne Westwood cuelga en una jaula de pájaros de tres metros de altura fuera del Old Bailey para protestar contra la extradición estadounidense del fundador de Wikileaks, Julian Assange. en una imagen de archivo. Foto: Victoria Jones/PA Cable/dpa

Ha tenido que morir la Reina de Inglaterra para que su nieto se atreva a sacar esas memorias que atentan directamente contra los postulados de la monarquía del "calla y come (y sonríe)". Y ha debido morir la reina del punk para que su hijo más rebelde con ella, John Lydon, rompa, de nuevo, las reglas y vaya y decida presentarse a Eurovisión. Hay un paralelismo casi mágico entre la muerte de ambas damas que han representado durante años el espíritu de las dos realezas de Inglaterra. Cada una a su manera, pero con normas inamovibles que las hacen parecerse más de lo que les hubiera gustado.

No vamos a analizar las aportaciones de Isabel II, pero sí las de Vivienne Westwood, fallecida el pasado 29 de diciembre, a los 81 años y conocida por ser la inventora, junto a su entonces marido Malcolm McLaren, del punk. Ellos cogieron a ese grupo liderado por Johnny Rotten (posteriormente Lydon) y le dieron los atributos para fundar un movimiento musical y social que se llamaría punk. Después ella, en solitario, se convertiría en un icono de la moda, del pret a porter, que supo mantener ese ideal de rebeldía chic hasta el final de sus días. Todo con prendas de lujo y desde una visión podría decirse que acomodado, como su estatus social.

Suponemos que su Frankenstein: John Lydon, con el que llevaba enfrentada mucho tiempo, no ha esperado a que Westwood muriera para dar este paso de representar con su grupo PIL a Irlanda en Eurovisión. Pero los caminos de Freud son insondables y no podemos descartarlo. Lydon, como el también pelirrojo Harry de Sussex, se salió hace tiempo de ese ideal en el que creció y que Westwood, como Isabel II (que no olvidemos que la condecoró como Dama del Imperio Británico por sus contribuciones a la moda), mantuvo con mano férrea durante toda su vida. Incluso ese día en el que recibió la distinción Real, Westwood lo remató con una foto en la que se levantaba el maravilloso vestido que lucía y mostraba que iba sin ropa interior.

Lydon, como Harry de Sussex, se mudó a Estados Unidos, concretamente a la Costa Oeste; engordó, se le vio comprando cosas de la vida diaria en el Walmart ataviado con una camisa hawaiana (presagio de lo que ahora viene) y unos tenis horrorosos; pidiendo comida basura a domicilio durante la pandemia y cuidando a su mujer, que lleva años con Alzeheimer. Es ella a la que dedica la canción "Hawai", que es la elegida para concursar en Eurovisón. Westwood, mientras tanto, se convirtió en activista. Activista en general y en particular contra el cambio climático. Mantuvo sus peinados imposibles, apareció con sus maravillosos diseños de lujo trash de corte impecable y toques contraculturales como telas de tartán, pendientes de imperdibles o camisetas que rezan "fuck" y, en mi opinión, logró ser un ejemplo real de cómo envejecer.

Ella sí supo hacerlo y no cayó en ese falso modelo de ídems como Paulina Porizkova que llegadas a la etapa menopaúsica sacan libros que se llaman "sin filtro" y se hacen las naturales posando con su metro ochenta, sus 55 kilos y su ausencia de celulitis. Esas que presumen de aceptar su edad (cosa que nunca entenderé en que consiste) y, en el fondo, si no estamos en guardia, intentan engañar, por no decir humillar, al resto de las mortales que, ni hace treinta años ni ahora, podríamos tener su tipo, su cara, su estatura ni sus muslos tersos. Ni tampoco nos lo habíamos planteado, la verdad.

Westwood arrugadísima, con los dientes imperfectos, con algún michelín, con manchas en su británica piel, nos enseñó que se puede estar espléndida vistiendo de manera extravagante.  Quizá ese es el gran legado del punk, no tener que estar perfecta en vaqueros y una camisa blanca sino tener el coraje de ponerte unos tacones de plataforma, una falda escocesa y un corsé sobre una camisa blanca y estar atractiva, más sexy que enseñando tu cuerpo sin filtros (porque, querida, no los necesitas) a los 60 años en la piscina de tu casa de Calabassas LA.

Pero si bien es admirable y toda una generación le debemos intentar ser distintas y no vestir, pasados los 50, de beige sobre camel, hay que reconocer que Lydon le ha ganado la partida a su archienemiga Vivienne. No se me ocurre nada más molesto para para sus seguidores ortodoxos que presentarse a Eurovisión y declarar veladamente que lo hace por dinero, porque se ha arruinado litigando con sus ex compañeros para que se contara su versión de los hechos en Pistol, la serie de televisión.

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