Otras miradas

Transformar o morir: nueve años al servicio de la gente

Roberto Sotomayor

Candidato de Podemos a la Alcaldía de Madrid

Roberto Sotomayor en una manifestación en defensa de los servicios públicos. -Twitter @SuperRoStar
Roberto Sotomayor en una manifestación en defensa de los servicios públicos. -Twitter @SuperRoStar

La transición a la democracia se materializó en España con la aprobación en las Cortes, el 18 de noviembre de 1976, de la octava Ley fundamental del franquismo: la Ley para la Reforma Política. El entramado de las élites, grandes fortunas y políticos franquistas, se mantuvo. Durante años, esos mismos grandes poderes se esforzaron con tesón para inocularnos la idea de que la Transición fue modélica.

El sentido común bipartidista —que se instaló desde principios de los años 80 y que perduró hasta el estallido del 15M— no hizo más que enquistar las costumbres de corrupción y clientelismo, que desde la construcción del Estado español y más aún durante los años de la dictadura, han sido la constante en la vida política de nuestro país. Las dimensiones institucionales que adquiere la corrupción en los años de Franco continúan sin quebrarse en las primeras décadas de democracia. Y aunque ahora empecemos a vislumbrar otro tipo de gestión política,  las Cloacas del Estado, en connivencia con poderes mediáticos y económicos, demuestran que no hemos sido capaces de enterrar este mal endémico.

La aparición de Podemos en 2014 supuso un antes y un después en la vida política de nuestro país. No pretendo aquí explicar y analizar cómo fue el nacimiento de nuestra organización. Ya se han vertido ríos de tinta durante estos últimos años y poco más podría añadir yo, salvo mi vivencia personal: ilusión y compromiso, que me han llevado a dar el paso a la arena política institucional en Podemos antes que en cualquier otra formación política.  Aun así, es evidente que han pasado muchas cosas en estos últimos tres años que sí me gustaría tratar de poner en su justa perspectiva.

El Gobierno de coalición —llamado por los medios al servicio de la derecha política "socialcomunista" y "filoetarra"— ha puesto sobre la mesa una nueva forma de gobernar, alejado del despotismo impertinente propio de las mayorías absolutas y llegando a acuerdos con diferentes fuerzas para sacar adelante, por ejemplo, tres leyes de Presupuestos del Estado. Contrasta, por cierto, con la incapacidad de Ayuso o Almeida, que a pesar de su mayoría no han sido capaces de aprobar la ley más importante que cada administración tiene.

Esta fórmula de gobierno —que cada día con su gestión demuestra que funciona— era hasta hace poco inconcebible en democracia. El último precedente fue en 1936. Y, paradójicamente, eso es algo que no ha perdonado una derecha incapaz de desvincularse de su pasado franquista.

Durante estos tres años, y con especial crudeza en los últimos meses, medios de comunicación pagados y subvencionados por los grandes poderes no han parado de atizar, con bulos y noticias manipuladas, a Podemos y sus dirigentes, porque es la primera vez que una fuerza de gobierno pone en cuestión los privilegios indecentes de algunos. Esa es la diferencia entre Podemos y el resto, que es la única fuerza realmente transformadora y que ha impulsado medidas que hasta hoy eran impensables. ¿Se acuerdan de todas las veces que nos dijeron "no se puede"? Valga un ejemplo: El tope al precio del gas. Algo que llevábamos años exigiendo y que nos decían que era imposible. Hoy, en España pagamos un precio menor que en el resto de países europeos, y avanzamos más decididamente en el desarrollo de las renovables.  En paralelo, tampoco se nos puede olvidar el denominado "FerrerasGate" (pincha aquí si quieres saber más) , el ejemplo más claro de cómo los poderes están dispuestos a todo con tal de que nada cambie, y por qué no decirlo, también ejemplifican la crisis que sufre el periodismo nacional. Una pésima noticia para los ciudadanos de a pie que ven vulnerados su derecho a una información veraz recogido en el artículo 20 de la CE.

Se nos ha tachado de tozudos, de radicales e incluso de antipáticos, vejando hasta el infinito las figuras de Pablo Iglesias e Irene Montero. Robos de teléfonos a través de una "policía patriótica" al servicio del PP; manifestaciones día y noche ilegales de energúmenos a las puertas de su casa; deshumanización; amenazas de muerte...   Y además, poniendo en marcha toda la maquinaria de propaganda posible para torcer la opinión pública. Algún día se estudiará en las universidades de Ciencias Políticas esta aberración antidemocrática.

Durante este tiempo, se nos ha responsabilizado de todos los males del país, los ejemplos son varios, pero quizás haya sido la pandemia el momento histórico donde los poderes pusieron toda la carne en el asador para derrocar un gobierno constituido democráticamente.

Podemos es la herramienta política necesaria para señalar a quienes realmente se lucran de la injusticia social y pervierten las instituciones desde su posición de privilegio. Quienes hoy se empeñan en liquidar nuestro proyecto se ponen de lado frente a los casos de corrupción que abochornarían a cualquier demócrata que ame los servicios públicos. Quienes hoy ponen todas sus fuerzas en hacer desaparecer a Podemos de la ecuación, son los mismos que aspiran a volver a un bipartidismo que únicamente ha servido para repartirse el gran pastel del poder en España.

Lo vemos en prácticamente todas las televisiones cuando en los grandes debates entre contertulios que han dejado de invitar a representantes de Podemos. Emisoras de radio que todos los días insuflan críticas despiadadas sobre la formación morada. Todo vale con tal de acabar con nosotros. Nunca se ha perdonado que se diera voz a la gente normal de la calle.

Lo vemos en el silencio informativo que existe en la actualidad, y que yo en mi persona, y como candidato a la alcaldía de Madrid, sufro por parte de algunos medios. La democracia sólo para cuando nos interesa.

Lo vemos en las instituciones, por ejemplo en el propio Ayuntamiento de Madrid, con un alcalde blanqueado constantemente por una oposición que no ha estado a la altura. Que ha pactado con Vox, Ciudadanos y PP, en los Pactos de la Villa y que ha sido incapaz de haberle hecho pagar sus desmanes con el caso de las mascarillas. Dos señores enriqueciéndose con cifras multimillonarias mientras nuestra gente moría en residencias y hospitales, gracias al primo del alcalde.

Lo vemos también en los barrios de nuestra ciudad, olvidados por completo por una clase política más pendiente de tener sus despachos limpios que de que estén limpias nuestras calles. ¡Y esos son quienes dicen representar la voluntad ciudadana! Estoy cansado de ver a mis compatriotas sufrir el abandono de todos, incluso de quienes dicen ser progresistas. Que guardan silencio demasiadas veces. El progreso solo para la foto. En Podemos en algo nos hemos diferenciado siempre, y es en no ser el típico partido veleta, más preocupado por las encuestas de  opinión que por sus propias convicciones. No vamos a ganar proponiendo lo mismo que el PP. Nosotros sabemos qué país queremos. Y es por eso que no se ha parado en perseguirnos constantemente, incluso con pruebas falsas. ¿Dónde estaban aquellos que decían ser la nueva izquierda entonces? La política real en este país es solo para valientes que estén dispuestos a plantar la batalla frente a los poderosos. No todo el mundo vale, y por eso hay quienes prefieren dar apoyos a la OTAN, ponerse de perfil, o votar junto a la peor derecha cuando les interesa. Cada cual elige de qué lado está. Yo lo tengo claro.

Son nueve años de dignidad y de avances sociales, sobre todo en estos años de gobierno de coalición. Ser justos con los derechos conquistados es reconocer lo que se ha conseguido. Y mucho ha sido gracias a Podemos, a mujeres y hombres valientes que han puesto su cara y siguen poniendo su alma para hacer de este país una democracia real plena.

En un momento en que los vientos de intolerancia y odio acechan de nuevo es cuando más firmes y seguros debemos estar. Es ahora cuando debemos ir con fuerza y demostrar que Madrid va a ser el motor de la transformación que acompañe el gobierno de España, para alcanzar un país más digno y unas ciudades más vivibles.

Durante los últimos días veo con preocupación los discursos que han adoptado en el PP. Los "enemigos de España" que decían allá por 1936 sobre republicanos, liberales, socialistas y comunistas vuelven a impregnar el relato diario. Lo vemos en el vocabulario de los dirigentes del PP, entre ellos el alcalde de Madrid, Martínez Almeida, cuando nos equipara con ETA y nos estigmatiza como si fuéramos el mal que quiere acabar con el país. Basta de discursos que hacen peligrar las democracias y que sólo pueden llevarnos por el camino una la tensión social sin precedentes.

En mayo tenemos una nueva oportunidad para terminar con esta deriva peligrosa, y comenzar a entender del todo que en Madrid no sobra nadie y que otra forma de hacer política es posible. Lo hemos logrado en el gobierno de España y estoy dispuesto con toda mi alma a que así sea en Madrid. Contra viento y marea, frente a todas las presiones, para poner el ayuntamiento al servicio de la gente, al servicio del bienestar social. Por eso, me hice de Podemos.

Por muchos años más, por un país mejor. Por un Madrid mejor.

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