Otras miradas

La ciudad y el agua justa

Luis Babiano

Gerente de AEOPAS

Imágenes de recurso de una persona llenando un vaso de agua. A 25 de agosto de 2022, en Sevilla (Andalucía, España). Foto: María José López / Europa Press
Imágenes de recurso de una persona llenando un vaso de agua. A 25 de agosto de 2022, en Sevilla (Andalucía, España). Foto: María José López / Europa Press

Hoy, Día Mundial del Agua, muchos actores relacionados con el agua recordamos la importancia vital de los sistemas de abastecimiento urbano y de saneamiento. En términos de sector, el año se presenta como clave para el cumplimiento de desafíos inmediatos y cruciales como transponer la Directiva de aguas de consumo humano, digitalizar el ciclo del agua, aprovechando el PERTE puesto en marcha por el gobierno central, preparar la futura Directiva de aguas residuales, minimizar los impactos derivados de la actual sequía que afecta a casi todas las cuencas ibéricas y lograr la sostenibilidad económica de nuestros sistemas, desestabilizados por la crisis energética derivada de la guerra en Ucrania. Seguro que en estos días encontraremos tribunas donde exponer estas importantes cuestiones.

No obstante, desde la Asociación Española de Operadores Públicos de Abastecimiento y Saneamiento (AEOPAS), queremos ante todo sumarnos al "Manifiesto por la justicia del agua" que numerosas organizaciones internacionales, Pueblos Indígenas, movimientos sociales y otros defensores y defensoras del agua han presentado a las Naciones Unidas, para la Conferencia del Agua de la ONU 2023. Este manifiesto reafirma que la crisis actual del agua es fundamentalmente una crisis de justicia del agua. Es bien sabido, el no cumplimiento del derecho al agua y al saneamiento es la causa principal de enfermedades en el mundo y unos 4.500 niños y niñas mueren a diario por carecer de agua potable y de instalaciones básicas de saneamiento, el agua es vital, "el agua es un derecho humano fundamental. El agua es un bien común y no una mercancía, que tiene que ser accesible para todos sin discriminación, bajo control público."

Además, el acceso al agua tiene un marcado componente de discriminación de género: habitualmente son las mujeres y niñas quienes se encargan de conseguir agua para las familias. De media, las mujeres y niñas de los países en vías de desarrollo caminan 6 kilómetros al día, transportando 20 litros de agua, lo que reduce de manera considerable el tiempo que podrían utilizar para otro trabajo o para asistir a la escuela. Resumiendo: el nivel de civilización de una sociedad se mide por el grado protección del bien común y de cumplimiento de los derechos humanos. Puesto que el agua es una necesidad fundamental y universal, satisfacerla ha de ser un objetivo estratégico y solidario en todas las sociedades.

Durante décadas los países centrales de la economía nos considerábamos ajenos a esta crisis del agua, sin embargo, la reciente pandemia y el cambio climático han dejado al desnudo nuestra vulnerabilidad, por encima de razas, fronteras y condiciones sociales... Ante este escenario, los operadores no sólo somos "fontaneros" sino que tenemos un papel activo en la construcción de nuestros pueblos y ciudades.

Los debates y las decisiones que afrontan actualmente las ciudades europeas son complejos: qué pueden hacer para que los ciudadanos tengan acceso a una vivienda digna, cómo diseñar el urbanismo para que todos los ciudadanos tengan acceso al espacio público y a los equipamientos; qué responsabilidad tiene el sector público y qué responsabilidad tienen los actores privados. Y, al mismo tiempo, una de las repuestas ineludible para el futuro de nuestros hijos es cómo responder a la emergencia climática. Los efectos de la emergencia climática son una realidad en nuestros pueblos y ciudades. El cambio climático afecta ya directamente a la calidad y disponibilidad del agua, los riesgos de inundación y las olas de calor aumentan inexorablemente. El desafío es mayúsculo y urgente: tenemos que adaptarnos y la única manera de lograr cambios tan rápidos y profundos es con la participación de los ciudadanos en la gestión del agua.

La participación ciudadana en el ciclo integral del agua, conforme la define el Derecho Humano al Agua y al Saneamiento, debe ser activa, libre y significativa, lo que significa que, en consonancia con lo establecido en la Directiva Marco del Agua y con la experiencia española en planificación hidrológica, la participación ciudadana no debe limitarse al simple intercambio de información y a consultas puntuales, sino que todos los sectores sociales interesados en el ciclo integral urbano del agua han de poder participar de manera más activa, a través de mecanismos de participación directa y efectiva, equitativa y representativa.

Es por esto que la gestión del agua (y más la pública) no puede limitarse a la titularidad del servicio, sino que necesariamente tiene que crear un espacio de participación que haga posible y que canalice la colaboración de todos los actores interesados, a la vez que facilite la gobernanza del servicio, con la concurrencia de los responsables políticos, del gestor del servicio, del órgano de participación y de los servicios técnicos responsables del ciclo del agua.

Es muy importante gestionar los procesos participativos de forma correcta, teniendo siempre como objetivo la colaboración activa de la ciudadanía, y sobre todo evitando la desafección de la población porque los procesos participativos toman demasiado tiempo o porque no ven resultados positivos.

Con todos estos antecedentes, y atendiendo la necesidad de promover la cultura de la participación e impulsar procesos inclusivos con la sociedad en su conjunto, nació en Paris el Observatorio del agua (OPE). Esta comisión extra-municipal, creada en 2006 por el alcalde de París como lugar de intercambio y reflexión de los ciudadanos, recoge opiniones, realiza consultas... con el objetivo de satisfacer mejor las necesidades de todos los usuarios del agua y el saneamiento. En el Estado español, los operadores públicos, poco a poco, también están implementado políticas similares. Así nos encontramos con los casos de Xávia (Alicante), Terrassa (Barcelona) o más recientemente la ciudad andaluza de Cádiz.

Se inicia así un proceso participativo para la creación de un instrumento esencial en la gestión del agua en muchas ciudades. La idea es movilizar a personas, colectivos, entidades privadas y sociales de todo tipo para debatir y planificar encarar los aspectos relacionados con el agua y la emergencia climática. Unas experiencias que son un gran avance para todas las ciudades que se enfrenten a la crisis del agua. Es necesario avanzar y aprender de estos ejemplos para que nuestros municipios sigan encontrando el modo de repensarse para ser resilientes, abiertos y plurales.

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