Reparte nieve, pero no es una borrasca: es una concejala de Vox.
Hace unas semanas, en mi última columna para este periódico –Ortega Smith y el Síndrome de Anuel–, decía que si los candidatos de Vox quieren parecer realmente fieros, como aparentan ser con su despliegue de matonismo hacia la gente más débil y vulnerable, debían dejar el rollito de pistolero del Medio Oeste para adoptar las dinámicas del traketero que lleva oro al cuello y vende perico para pagarse la grabación de su maqueta de trap; sin embargo, nunca pensé que se lo iban a tomar tan en serio (lo mismo tengo que pasarles factura por asesoramiento, quién me lo diría a mí).
Resulta que Ana González Martínez, una mujer de Parla (Madrid) a la que, según recoge El País, sus vecinos apodaban La Nazi (no hay que doctorarse en Ciencias Políticas para imaginar por qué), fue detenida este fin de semana por tráfico de drogas. La movida por la que estoy escribiendo esta columna, supongo que os habréis enterado, es porque esta tipa es concejala de Vox en su municipio, además de tercera en listas por el mencionado partido ultra de cara al 28-M.
Siempre según la Policía, la mujer de 38 años fue cazada durante una redada de las de patadas en la puerta, rollo capítulo de Policías en acción, con casi dos kilitos de farlopa, cinco mil plantas de marihuana, armas, munición, caballos, perros de caza y demás arsenales típicos de narco amante de la noche cañí. También fue detenido su marido, militar en excedencia (ay, ay, ay), por las mismas acusaciones que ella: tráfico de drogas y blanqueo de capitales.
Al contrario de lo que se ve en las pelis americanas, se me viene a la cabeza la mítica Scarface de Al Pacino, los narcotraficantes no suelen gustar de llevar vidas ostentosas que los muestre como tipos grises que juegan en el lado malito de la ley; los narcos, aunque siempre hay excepciones, suelen ser más bien discretitos, silenciosos, y prefieren vivir sin grandes focos mediáticos sobre ellos (supongo que aprendieron tras ver caer a Sito Miñanco por querer acaparar todas las portadas por iniciativa propia). Pero Ana, por lo que sea, no.
En las hilarantes piezas que los periodistas hemos ido cosechando sobre este asunto, se podían leer declaraciones de vecinos de esta señora que aseguraban que no les extrañaba que hubiera sido detenida, pues si bien no se imaginaban que estuviera metida en el ajo de mover escamote por ahí, sí sabían que algo turbio hacía, pues la edil de extrema derecha disfrutaba publicando fotos de sus perros de presa en Facebook (vamos, que se pensaban que estaba metida en una movida chunga de peleas de perros o algo así).
No es por venir aquí a ser cínico, mucho menos sobre un tema tan grave como el narcotráfico, pero la verdad es que esta trama secundaria tan chula de las elecciones (Dios mío, que una tía en listas ha sido detenida por mover perico, es que estoy escribiendo esto sin terminar de creérmelo, ja, ja, ja), me está sabiendo a poco.
Cada noticia que sale ampliando lo sucedido pinta este óleo sobre lienzo de más y más matices casposos, como si fuera una peli segundona de Bigas Luna. No sé, cuando uno se imagina a un político narco, supongo que ha hecho mazo daño el cine americano, piensa en dos engominados escondiendo un ladrillo de perico en un Aston Martin beige, no en dos señores de Vox huyendo por las comarcales toledanas de Manolillo, el sargento de la Policía Local de Los Yébenes, en un Land Rover del 45 (como el del señorito Iván, de Los Santos Inocentes), con un cartucho de trabuco en la canana y un mastín llamado Franco babeando en el maletero.
De hecho, cuando uno piensa en políticos narcos suele imaginarse a poderosos asesores del Departamento de Justicia Yanki, quizá incluso a agentes corruptos de la DEA, no a concejalas de ultra derecha que, paseando de la mano con Rocío Monasterio, insultan a inmigrantes y, disculpen que disfrute como un mico escribiendo la siguiente frase, se quejan de que la ciudad está llena de camellos. Ahora su campaña se entiende a la perfección, claro, pues Ana lo que realmente quería era eliminar a la competencia (es que es comunista, claro, y no cree en el libre mercado).
Según parece, Ana ya ha renunciado a presentarse al 28-M, sin embargo, todavía no ha entregado su acta de concejala. Los más cuerdos pueden pensar que es porque se encuentra detenida y no puede personarse en el consistorio, sin embargo, me gusta fabular que es porque, bueno, al final la han pillado solo con dos kilitos de perico, escasos 90.000 euros en la calle, y es mejor no renunciar a la nómina de 1200 que cobra como edil, que la vida está fastidiada últimamente.
Si lo pensáis bien, ¿qué son 90.000 euros en un sitio como Madrid? Con esa cantidad, ya os lo digo yo, es imposible comprarse un piso por aquí. Para que luego digan que la precariedad no afecta a todos, incluso al narcotráfico.
Comentarios
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