O ellos o nosotros; éste es el órdago del presidente del Gobierno. Pedro Sánchez, tras fracasar en las municipales y autonómicas que se echó sobre la espalda, ha lanzado este ultimátum al votante progresista adelantando las generales de diciembre al 23 de julio. Ésa es la estrategia y no parece un error, sino la síntesis de la situación, dadas las circunstancias de arrase del poder local y autonómico tras el 28 de mayo.
Pasada la sorpresa inicial del anuncio el día después de la votación, la mayoría está de acuerdo en que es de una lógica aplastante, a lo que añado que habrá que ver a quién termina aplastando.
En Moncloa deben haber pensado que si no funciona reivindicar su gestión, como intentaron para el 28M –poniendo guindas en la campaña, incluso– y hay que azuzar la tripa porque con la cabeza no basta, sea: si ellos juegan a ustedes son ETA y pucherazos y con eso les votan, nosotros podemos jugar a gobernarán con franquistas, que es más verdad y que probablemente mueva a muchos a buscar el voto más útil en contra.
Lo malo de este planteamiento –además de que anima a concentrar el voto conservador en Feijóo– es que señala que la nueva campaña electoral será de tripas contra tripas y me temo que la tripa de la izquierda está, al menos, confusa. Recordemos que ahí se guardan mejor las emociones que los pensamientos y, tras la derrota, los sentimientos que circulan no pueden ser positivos.
Los azules azuzarán la tripa de los suyos de nuevo con el odio al rojo, al pluralismo y sus cintureos, y con el desgaste y los errores cometidos en cinco años de gobierno en situaciones muy difíciles.
¿Cómo azuzará la izquierda además de con el miedo al azul tirando a verde? ¿Qué habrá ahora mismo en las entrañas de los que han visto cómo el presidente del Gobierno se inmiscuía en sus campañas municipales y autonómicas anunciando dádivas, desvalorizando sus indiscutibles logros, desperdiciando el enorme capital político del Gobierno entero? El anuncio del cine a dos euros los martes para los pensionistas, por ejemplo, fue un insulto a la inteligencia colectiva y en particular a la de los votantes progresistas.
¿Qué habrá en la tripa de los que votaron izquierda obviando una campaña electoral tan sucia por la derecha como patética por la izquierda, y perdieron?
¿Qué estarán sintiendo los que votaron a Alejandra Jacinto en la Comunidad de Madrid, por ejemplo, y vieron cómo se quedaba fuera por 4.000 votos, después de haber pedido por activa y por pasiva sumar con Mónica García para evitar esto y la mayoría absoluta de Ayuso? Más Madrid se negó a sumar con Unidas Podemos. Rita Maestre, en el ayuntamiento, lo mismo; Roberto Sotomayor no entró en Cibeles por 1.500 votos.
Y del otro lado, ¿qué se pasará por los intestinos de los que en Cádiz sepan que la izquierda ha perdido la alcaldía por 239 votos y que Podemos allí tiró más del triple de eso –999 para ser concretos–? Allí los morados se descolgaron de la candidatura conjunta de izquierdas en el último momento, en contra del criterio de la militancia. Consiguieron casi un millar de votos que fueron a la basura y que eran indispensables para que el resultado fuera el opuesto a una mayoría absoluta de los populares. Si Adelante Izquierda Gaditana hubiera sumado esos votos y con ellos un concejal más, el acuerdo de ellos con el PSOE habría conservado este significativo ayuntamiento.
Así que, con algo de esa bilis dentro, pronostico que o el PSOE se centra en el mejor sentido de la palabra y se pone a defender lo importante que ha conseguido con sus socios –que es mucho– y a plantear qué es lo siguiente importante que pretenden lograr y cómo, y la izquierda a la izquierda se deja de luchas de poder gilipollas o nos vamos todos a la mierda. Porque ellos juegan sucio pero nosotros parecemos tontos. Necesitamos todos y cada uno de los votos, necesitamos ejercicios de responsabilidad, de militancia y, por qué no, de patriotismo del bueno, de tomarnos al votante y a este país en serio, de considerarlo adulto y no pretender comprarlo con siglas o baratijas.
Aún así, podemos perder de todos modos, puede que ya no tenga arreglo, que la pulsión de cambio sea superior que la de resistir de los que creemos en el proyecto a pesar de sus fallos, pero también cabe la posibilidad de rehacernos. Los números dan y la cuenta de resultados es como para sacar pecho. Espabilen señoras y señores porque será eso o nada. Recopilen lo logrado, expliquen y pidan perdón por lo que no. Y recen. Recen lo que sepan porque las tripas se nos calmen y votemos a pesar de ellas. Mejor, diríjanse a nuestras cabezas.
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