Otras miradas

¿Qué hacer? Siete tesis sobre Madrid

Víctor Valdés Camacho

Secretario Político de Podemos Comunidad de Madrid

Podemos celebra un acto de campaña para las municipales autonómicas del pasado 28 de mayo en Madrid. -Fernando Sánchez
Podemos celebra un acto de campaña para las municipales autonómicas del pasado 28 de mayo en Madrid. -Fernando Sánchez
  1. El resultado de las elecciones municipales del 28 de mayo de 2023 en la ciudad de Madrid ha constituido un revés político y un golpe a la moral de todo el activismo de la izquierda madrileña. En la ciudad de Madrid, epicentro constante de acontecimientos políticos desde abajo como el 15M, los 8M, la solidaridad comunitaria en los barrios frente a los efectos de la epidemia de COVID19 o las movilizaciones contra la crisis climática, la otrora hipótesis de Podemos de "convertir la indignación en cambio político" se ha visto frustrada. Madrid, la ciudad más desigual de las grandes capitales europeas, ya no vota en clave progresista, pero todavía no es culturalmente conservadora; o, dicho de otro modo: en los barrios y distritos populares hay más desafección con la política que indignación con lo existente. Los efectos del 28 de mayo son claros: mayorías absolutas del PP más radicalizado del país, Almeida como alcalde, Ayuso como presidenta.
  2. Madrid es una ciudad extremadamente rentable para inversores financieros, especuladores inmobiliarios y agentes del mal contrarios a la vida digna de la mayoría trabajadora. El entramado político, financiero y mediático funciona a todo gas en Madrid, extrayendo rentas de los paupérrimos salarios de la gente más precaria, de alquileres inalcanzables (Blackstone sigue siendo el primer casero de España) y de un modelo de prestaciones (seguros privados de salud, academias privadas educativas, escuelas infantiles concertadas...) orientado a expoliar poder adquisitivo a cambio de un determinado "status social", o sea, de parecer clases medias con rentas familiares de miseria. Por tanto, Podemos, como fuerza política que transforma, no puede quedarse aislado en la denuncia electoral. Hay que tener iniciativa política propia y autónoma, ponerse al servicio de la mayoría golpeada por las políticas neoliberales. Ser el partido "de" y "con" la gente.
  3. La mayor expresión de la reserva de voto conservador y ultraderechista en Madrid son los PAU. Esto no quiere decir que todas aquellas con propiedad en un PAU o nuevo barrio tengan tendencia a ser votantes de derechas. Sin embargo, el ser social determina la conciencia, esto es, si vives en un barrio sin servicios públicos, sin vecinos migrantes y sin plazas públicas en los que sólo te puedes desplazar en vehículo privado, es más probable que sientas inseguridad en lo que para la mayoría trabajadora es normal. Pero no basta con enunciar las urbanizaciones privadas, las hipotecas y los adosados, hay que hacer política dentro de las mismas. No hay cambio posible en la ciudad de Madrid si los nuevos barrios no cambian sus opciones electorales.
  4. ¿Qué queda del Madrid de Tierno Galván? ¿Y del Madrid de Ahora Madrid con Manuela Carmena a la cabeza? Hay una idea que debemos preservar: sólo podemos convencer a la ciudadanía y a las mayorías trabajadoras si creemos en la idea, si nos empuja una causa. Y aquí viene el problema: el Madrid de Tierno Galván se podía encuadrar en la larga ola de la transición posfranquista, y el de Manuela Carmena construyó el imaginario post15M del "que se vayan todos" (después liquidada por la práctica política conciliadora de Más Madrid). Pero ¿qué proyecto defendemos para la ciudad de Madrid más allá de los discursos y argumentarios de campaña? Quizá el principal desafío de Podemos en la ciudad de Madrid sea dejar atrás el programa electoral y diseñar un programa político inmediato, con aspiraciones mínimas y urgentes.
  5. Podemos Madrid nunca ha dejado de ser una fuerza con vocación de ganar orientada a las mayorías sociales. Sin embargo, al contrario de los que piensan que la historia ya está escrita, en la ciudad de Madrid tenemos 4 años para recomponer ideológicamente el proyecto y entrar en el Ayuntamiento de Madrid. Para eso, hay que dejar atrás las inercias centralizadoras, excluyentes y el ensimismamiento organizativo. Pero, sobre todo, para nuestra apuesta electoral, no valen atajos como el de un denominado frente amplio, porque eso sólo nos llevará a la pérdida de autonomía política, ¿o es que alguien piensa que con la correlación de fuerzas institucional realmente existente no seríamos una fuerza subsidiaria de Sumar, o, todavía peor, de la agenda política del PSOE?
  6. Llama poderosamente la atención como, entre el activismo vecinal, comunitario, sindical, cultural y juvenil en Madrid hay un acuerdo más o menos explícito en que no existe una oposición contundente al PP de Martínez-Almeida. No se trata únicamente de un problema de mirada, ni siquiera de identidad, se trata de que el tejido social navega entre la desafección con el Ayuntamiento ante la falta de canales de comunicación que abran espacios de negociación (la tala de árboles, los cantones de limpieza, los pelotazos urbanísticos) y la impotencia de Más Madrid como alternativa de gobierno, casi superada en votos y concejales por el imponente PSOE encabezado por Reyes Maroto. Estoy convencido de que Podemos sigue teniendo vigencia como fuerza capaz de entender las demandas de los movimientos sociales y transformarlas en acción política a largo plazo.
  7. Podemos ha iniciado un proceso de Conferencia Política para cabalgar la próxima fase, con un planteamiento más estratégico -republicano, feminista y verde- e impulsando el poder de los Círculos y las bases, donde el protagonismo militante y la sociedad civil nos permita orientar el timón para tomar la ruta correcta. Podemos en Madrid ciudad, sus estructuras y su militancia no puede ser ajeno al producto del debate colectivo. Por eso, antes que imponer políticas de alianzas artificiales o propuestas electorales sin anclaje con la realidad, es más que oportuno convertir el viejo lema de "tomar y hacer, en vez de pedir y esperar" en una posición política de las militantes que día a día levantan a pulso este proyecto siendo una auténtica oposición social al gobierno de Almeida y Ayuso en los barrios, AMPAS, asociaciones, colectivos y mareas. Si somos el motor de los avances sociales, democráticos y feministas en el país, ¿cómo no vamos a intentarlo en Madrid? Es tiempo de invertir la ruta, que florezcan mil flores.

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